Desde el martes 5 de noviembre, antes de las elecciones en Estados Unidos, hasta el día de ayer, el dólar se ha encarecido en 55 centavos, lo que equivale a solo 2.6 por ciento.
Desde el viernes pasado, el último día hábil antes de la toma de posesión de Trump al cierre de ayer, se presentó un leve abaratamiento del dólar, 0.4 por ciento.
El impacto de Trump sobre el peso ha resultado significativamente inferior a lo que muchos esperaban.
Este comportamiento, que podría parecer paradójico, tiene explicaciones concretas y plantea interrogantes sobre la posible trayectoria del peso en el futuro cercano.
¿Por qué el peso ha resistido?
A primera vista, podría esperarse que las medidas anunciadas por Trump –como los aranceles del 25 por ciento a productos importados de México y la declaración de emergencia nacional en la frontera– desataran una ola de presiones negativas sobre el peso mexicano.
Sin embargo, factores clave han contenido esta reacción:
1. Posicionamiento especulativo previo: Antes de los anuncios, el mercado ya había anticipado movimientos agresivos por parte de Trump. Esta previsión evitó una reacción exagerada.
2. Resiliencia macroeconómica de México: Las finanzas públicas relativamente sólidas, junto con una política monetaria conservadora del Banco de México, han reforzado la percepción de estabilidad en la economía mexicana.
3. Demanda estructural del peso: El peso mexicano se ha convertido en una moneda muy utilizada en operaciones especulativas y de cobertura por su alta liquidez en los mercados internacionales. Esto genera una demanda sostenida incluso en momentos de incertidumbre.
4. Perspectiva de mitigación en aranceles: Los mercados están apostando a que algunas de las medidas anunciadas por Trump, como los aranceles, podrían moderarse o ser renegociadas bajo la presión de sectores empresariales en Estados Unidos.
¿Qué podría cambiar esta estabilidad?
Aunque el peso ha mostrado resiliencia, existen factores que podrían debilitarlo en las próximas semanas o meses.
Entre las principales amenazas destacan:
1. Escalada de medidas comerciales: Si los aranceles del 25 por ciento entran en vigor y afectan sectores clave como el automotriz o el agroindustrial, el impacto sobre la balanza comercial de México podría ser severo, por la pérdida de ingresos por exportaciones, debilitando así al peso.
2. Retirada de capitales: La incertidumbre política podría generar salidas de flujos de inversión de cartera y parálisis de la inversión extranjera directa, lo que presionaría al tipo de cambio.
3. Reacción del Banco de México: Si la autoridad monetaria eleva las tasas de interés para contener los efectos de una posible devaluación sobre los precios, esto podría tener efectos mixtos: fortalecer temporalmente el peso, pero a costa de frenar el crecimiento económico y con probable debilidad posterior para el peso.
4. Factores externos: La fortaleza del dólar a nivel global, alimentada por un endurecimiento de la Reserva Federal si se perciben nuevas presiones inflacionarias, podría generar presión adicional sobre las monedas emergentes, incluido el peso mexicano.
5. Percepción de riesgo político: Si las tensiones entre ambos países se intensifican y se percibe que el gobierno mexicano carece de herramientas para contrarrestar las medidas de Trump, podría aumentar la aversión al riesgo respecto al peso en los mercados internacionales.
Por ahora, el peso mexicano parece resistir los embates iniciales del regreso de Trump, impulsado por factores técnicos y estructurales.
Sin embargo, esta estabilidad podría ser efímera si las amenazas comerciales y políticas se materializan de forma contundente.
La clave estará en cómo evolucione la relación bilateral entre México y Estados Unidos y en cómo las autoridades mexicanas respondan al entorno.
Mantener la calma será la clave en los mercados, pero estar preparados para la tormenta será esencial en los próximos meses.