Ofrezco al lector una disculpa por el titular de esta columna, pero creo que no hay otro verbo que pueda reflejar mejor la vocación del presidente de los Estados Unidos.
Ayer, conversando con reporteros en la Oficina Oval de la Casa Blanca, sacó a relucir nuevamente el tema de los aranceles.
“Voy a aplicar el arancel de 25 por ciento a Canadá y, por separado, el 25 por ciento a México. Esos aranceles pueden o no aumentar con el tiempo”.
Más adelante señaló: “Anunciaremos los aranceles a Canadá y México por varias razones. La primera es la gente que ha llegado a nuestro país de forma tan horrible y en grandes cantidades. La segunda son las drogas, el fentanilo y todo lo demás que ha llegado al país. Y la tercera son los subsidios masivos que estamos dando a Canadá y México en forma de déficits”.
Y luego precisó: “Puede que lo hagamos o puede que no. Probablemente, lo decidiremos esta noche”.
A Trump no le importa contradecir a su próximo secretario de Comercio. El presidente quiere mantener hasta el último momento la expectativa de que los aranceles vienen.
Cuando hizo sus declaraciones, al mediodía de ayer, condujo a que el tipo de cambio del peso frente al dólar se fuera de 20.45 a 20.70.
Si la gran mayoría de los inversionistas realmente contemplara seriamente que a partir del sábado las exportaciones mexicanas van a ser 25 por ciento más caras en Estados Unidos, le aseguro que el incremento de la cotización no sería de 25 centavos, sino de mucho más.
Esa es la ‘magia’ de Trump. Está tan empoderado que caben todas las posibilidades, desde que sí se apliquen aranceles de manera inmediata, hasta un escenario en el que decrete los aranceles, que se van a hacer efectivos en el lapso de uno, dos o tres meses, dependiendo del desempeño de la migración y del fentanilo.
O bien podría ir al revés, que se decreten con aplicación inmediata, pero que sean revisables en el plazo de un mes.
Ya lo dejó claro Howard Lutnick, los aranceles inmediatos tienen que ver con las sanciones que va a aplicar Trump contra México, Canadá y eventualmente China, por la migración ilegal y el tráfico de fentanilo.
Los aranceles que tienen que ver con la reorganización del comercio exterior llegarán en marzo o en abril. No ahora.
A Trump no le interesa tener una comunicación precisa. Es más, lo que prefiere es que sea ambigua e incierta.
Así puede hacer lo que quiere.
Regreso al tema de los mercados.
Las declaraciones de Trump detonan nerviosismo, pero ayer, ni lejanamente produjeron pánico.
El presidente de los Estados Unidos va a jugar con la presión sobre México y Canadá. No va a quitar el dedo del renglón.
Quiere más acción.
Todos los titulares de hoy van a llevar la afirmación de Trump en cuanto a la aplicación de aranceles.
Puede ser. Pero a él no le va a importar absolutamente nada desdecirse. No tiene que justificar ningún cambio de opinión, o condición o matiz en la aplicación.
Ya veremos.
Freno evidente
Hay dos maneras de medir el ritmo de la actividad económica. Una es a través de las variaciones trimestrales con el periodo anterior y otra es contra el mismo periodo del año pasado.
Con la primera métrica, el PIB en el cuarto trimestre tuvo un retroceso de 0.6 por ciento.
Quedará para el registro. Es la primera caída trimestral desde el arranque del 2021.
La comparación anual —con cifras desestacionalizadas— indica un crecimiento de 1.3 por ciento para todo el año pasado. El peor resultado desde el 2020.
Sea cual sea la métrica que se tome, no puede discutirse que la economía está frenando.
Y creo que el freno o caída van a acentuarse en el primer trimestre del 2025.
De nada sirve tratar de tapar el sol con un dedo.