La campaña de la administración de Donald Trump para erradicar despilfarros y una supuesta deslealtad en el Departamento de Justicia, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), y otras agencias federales ya preocupó a exfuncionarios de espionaje que temen que la comunidad de inteligencia sea la próxima en ser purgada.
Los ‘gigantes’ de inteligencia del país, incluida la Agencia Central de Inteligencia y la Agencia de Seguridad Nacional (CIA y NSA, por sus siglas en inglés), hasta ahora han escapado al escrutinio del Departamento de Eficiencia Gubernamental o DOGE de Elon Musk.
Pero los exfuncionarios de inteligencia sugirieron que podría ser solo una cuestión de tiempo, especialmente considerando que el presidente Donald Trump ha criticado durante mucho tiempo lo que afirma es un mal uso de los poderes de espionaje con motivaciones políticas.
“Sin duda, no hay motivos para esperar que esta Casa Blanca vaya a ser más moderada en su trato con las agencias de inteligencia” que otros departamentos que ya han sido blanco de ataques, admitió Paul Pillar, investigador sénior no residente del Centro de Estudios de Seguridad de la Universidad de Georgetown y exoficial de alto rango de la CIA.
¿Por qué Donald Trump no confía en las agencias de inteligencia de EU?
“No hay duda”, agregó Pillar, de que el gran problema de Trump es la evaluación de la comunidad de inteligencia de que Rusia interfirió en las elecciones de 2016 a su favor, una conclusión que el presidente rechaza.
Un funcionario de la Casa Blanca, quien habló bajo condición de anonimato, señaló que las actividades de DOGE podrían parecer disruptivas para los empleados del Gobierno de EU, pero estaban cumpliendo con los objetivos de rendición de cuentas y eficiencia de Trump.
Hasta ahora, el equipo DOGE de Musk se ha centrado en otras partes del gobierno, como el Departamento del Tesoro y USAID. Al mismo tiempo, el Departamento de Justicia ha tomado medidas para despedir a una franja de altos líderes del Buró Federal de Investigaciones. El martes, el FBI cumplió con una solicitud para entregar los nombres de unos 5 mil agentes que trabajaron en casos relacionados con el asedio al Capitolio de Estados Unidos del 6 de enero de 2021.
Se supone que las agencias de seguridad nacional están exentas de los esfuerzos de reducción de costos de Musk. No obstante, el director de la CIA, John Ratcliffe, ofreció indemnizaciones a su personal en lo que la agencia declaró era un esfuerzo por agudizar su enfoque en prioridades como China y ayudar a los esfuerzos generales de Trump para reducir la fuerza laboral federal.
Los legisladores demócratas expresaron el miércoles 5 de febrero su preocupación por los informes de que la CIA envió un correo electrónico no clasificado a la Casa Blanca, en el que se enumeraban los nombres censurados de todos los empleados que habían sido contratados en los últimos dos años.
“También estoy profundamente preocupado por el contexto de esta solicitud, que parece ser un interés en despedir a los empleados provisionales en masa”, señaló el representante Jim Himes de Connecticut, el demócrata de mayor rango en el Comité de Inteligencia de la Cámara.
Del lado de Ratcliffe estará Michael Ellis, un aliado de Trump nombrado subdirector de la CIA el lunes. Ellis ayudó a redactar el capítulo del Proyecto 2025 sobre la reforma de la inteligencia, un documento de 34 páginas que lamentaba lo que decía era la utilización de la inteligencia como arma por parte de los líderes de la agencia designados por los demócratas y pedía la eliminación de “empleados que han abusado de sus puestos de confianza”.
La ‘agria’ relación entre Donald Trump y la CIA
La relación entre Trump y las agencias de inteligencia se ‘rompió’ después de que estos grupos concluyeron que Rusia interfirió en las elecciones de 2016 para impulsar la candidatura de Trump sobre su rival demócrata Hillary Clinton.
Trump y sus partidarios han desestimado esa afirmación calificándola de “farsa rusa”, y esa disputa dio lugar a uno de los momentos más infames de su primer mandato: cuando Trump, en una conferencia de prensa con el presidente ruso Vladimir Putin en Helsinki, puso en duda las conclusiones de sus propias agencias de inteligencia sobre la participación de Rusia en las elecciones.
“El presidente Putin dice que no es Rusia”, afirmó Trump. “No veo ninguna razón para que lo sea”.
Las sospechas de Trump sobre el mundo de la inteligencia no hicieron más que aumentar después de que un oficial de la CIA presentó una denuncia formal de que el presidente presionó a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, para que investigara a su rival político Joe Biden. Eso dio inicio al primer juicio político a Trump.
La campaña de Trump contra el mundo de la inteligencia comenzó el día de la investidura, cuando ordenó la revocación de las autorizaciones de seguridad de 50 exagentes de inteligencia que habían firmado una carta en la que cuestionaban si la desinformación rusa estaba detrás de los informes de que el hijo de Biden había abandonado su computadora portátil en una empresa de reparación.
En su audiencia de confirmación en el Senado la semana pasada, Tulsi Gabbard (nominada por Trump para supervisar las 18 agencias de espionaje de Estados Unidos) describió a la inteligencia estadounidense como una fuerza potencialmente nefasta y presentó la conclusión sobre Rusia como un intento de socavar a Trump y “retratarlo falsamente como un títere de Putin”.
No obstante, prometió a los senadores que “fomentaría una cultura en la que las preguntas difíciles, el escrutinio y el cuestionamiento de las suposiciones sean bienvenidos”.