La mañanera pone en diversas ocasiones a la presidenta Claudia Sheinbaum contra la pared porque se ve obligada a responder a cuestionamientos a veces dolosos y basados en fake news, lo que mancha su imagen y mete ruido a diversos temas, como la misma relación con su contraparte norteamericana.
La exasperan ciertas preguntas y con ello se deja ver el talante autoritario, impaciente y, lo más grave, contesta a temas que son falsos o inciertos.
Por fortuna, por lo menos en el caso de los señalamientos de Donald Trump, ha preferido en los últimos días guardar la compostura y mantener la serenidad, lo que de suyo es loable, cuando los izquierdistas que tiene cerca le aconsejan romper lanzas y contestar golpe con golpe.
Ante el anuncio de Trump sobre la imposición de una tasa de 25% de aranceles al acero y aluminio, de inmediato los reporteros le pusieron el balón a la doctora para conseguir la nota, aunque esta no llega por la mesura de la mandataria al citar que prefiere esperar la información oficial.
Está claro que con el magnate inmobiliario se debe mantener una serenidad a prueba de todo; por lo menos en el caso de los aranceles, no perder de vista que el golpe ante una imposición perjudicaría a todos, incluyendo a las empresas y consumidores norteamericanos.
Este punto no debe perderse de vista y contemplar las escaramuzas como batallas de una guerra que no le conviene al presidente de EU declarar, porque se dará un balazo en el pie ante el enojo de los votantes y su voto duro.
La misma negociación del T-MEC implica serenidad, sapiencia y astucia para establecer acuerdos comerciales que beneficien a las poblaciones de ambos países e incluso de Canadá.
A lo largo de las últimas semanas, los mismos empresarios de México y Estados Unidos han mostrado su desacuerdo con la imposición de aranceles y del proteccionismo, y a diario hacen señalamientos en este sentido, tanto en territorio nacional como al norte del río Bravo.
Un ejemplo de ello son las palabras vertidas por José Ignacio Zaragoza, presidente de la Asociación de Agentes Aduanales de Nuevo Laredo, en el sentido de advertir que el empresariado mexicano debe caminar entre la calma, unidad y estrategia, ante la incertidumbre por aranceles.
“La clave no está en la alarma, sino en el fortalecimiento de nuestras capacidades logísticas, la consolidación en el nearshoring y la confianza en que el pragmatismo económico prevalecerá en Estados Unidos”, advirtió el titular de la asociación aduanal más grande del país con 236 socios y responsable del 40% de las operaciones del T-MEC entre México y los Estados Unidos.
Por supuesto, la resiliencia y la unidad del empresariado mexicano con el gobierno son vitales para salir airosos del affaire con Trump.
El experto en comercio exterior dijo que el llamado es claro: el empresariado mexicano debe cerrar filas, fortalecer su compromiso con la presidenta y trabajar en conjunto para mantener la estabilidad del comercio exterior. La clave está en la paciencia, la unión y la preparación para la renegociación del T-MEC. “La clave es prepararnos y reorganizar nuestras cadenas de suministro; no debemos caer en alarmismos, sino enfocarnos en la planeación y adaptabilidad”, afirmó Zaragoza.
México es el principal socio comercial de Estados Unidos y, ante el embate del mundo asiático, en particular de China, al país más poderoso del mundo le conviene mantener la alianza comercial, política y social con sus socios comerciales, so pena de poner en riesgo ese liderazgo mundial.
Es de esperarse que, en la medida en que se acerquen las elecciones intermedias en Estados Unidos y las cosas se le compliquen a Trump, pues seguirá agarrando a México como costal de golpes, pero con el tiempo las cosas se nivelarán en favor de nuestro país por las afectaciones que tendrá cualquier medida autoritaria en materia comercial contra las empresas y consumidores norteamericanos.
Las empresas estadounidenses tienen grandes intereses en México, lo que hace poco probable un rompimiento comercial. Somos aliados estratégicos y este vínculo seguirá fortaleciéndose porque el llamado del mercado es lo más relevante en un mundo globalizado.
Como ocurre con todos los populistas, sin importar su ideología, tarde que temprano se desmorona el castillo de naipes que han construido con mentiras y acciones que responden más al capricho que a la reflexión y a las políticas públicas de envergadura, y eso le ocurrirá a Trump. ¿Pasará lo mismo con la presidenta Sheinbaum?