El 11 de febrero de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha que debe ser un llamado urgente a la reflexión. En México, extraordinarias mujeres han abierto camino no solo en innovaciones e investigaciones, sino también en la divulgación del conocimiento, acercándolo a todas y todos.
La enseñanza de la ciencia no es simplemente la transmisión de datos y fórmulas, como comúnmente se percibe; es, sobre todo, la capacidad de enseñar a pensar. La ciencia no se limita al laboratorio, está presente en la cotidianidad. Grandes científicos han descrito la ciencia como un acto de “imaginación con camisa de fuerza”, pues nos permite cuestionarnos, innovar y resolver problemas. Sin embargo, el acceso desigual a la educación científica sigue restringiendo el potencial de muchas personas, especialmente de las mujeres.
El sistema educativo aún tiene un largo camino por recorrer en esta materia. Uno de los principales obstáculos para las niñas que desean incursionar en la ciencia es la persistencia de estereotipos en los materiales educativos y en la cultura escolar. Con demasiada frecuencia, los libros de texto y los ejemplos en el aula presentan a los hombres como protagonistas en los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), mientras que las mujeres suelen ser representadas en roles tradicionalmente feminizados. Esta falta de diversidad en los modelos a seguir puede limitar las aspiraciones de las niñas desde una edad temprana.
Además, la enseñanza de STEM debe estar alineada con experiencias del mundo real. Métodos como el aprendizaje basado en proyectos y las actividades interactivas han demostrado ser más efectivos para atraer a las niñas al campo científico. También es crucial involucrar a familias y docentes como aliados en este proceso. Entre el 8 por ciento y el 20 por ciento de los docentes de matemáticas en América Latina han manifestado creer que las matemáticas son más fáciles para los niños, lo que refuerza prejuicios.
El último Reporte Global de Educación (GEM) de la UNESCO publicado en 2024 revela datos preocupantes sobre la ansiedad en matemáticas. Junto con Turquía y Chile, México es uno de los países donde las niñas experimentan niveles significativamente más altos de ansiedad en matemáticas en comparación con los niños.Esto refleja la necesidad urgente de transformar los enfoques educativos para fomentar la confianza y el interés de las niñas en las ciencias.
En temas laborales, a pesar de los avances, las mujeres siguen estando subrepresentadas en la fuerza laboral científica y tecnológica. En 2020, las startups lideradas por mujeres recibieron solo el 2.3 por ciento del capital de riesgo disponible. Además, las científicas suelen recibir salarios más bajos y tienen menos oportunidades de ascender en sus carreras.
Eliminar estas barreras estructurales es fundamental para garantizar la equidad en el acceso a oportunidades. Desmantelar estereotipos, fortalecer estrategias dentro del sistema educativo y promover políticas inclusivas en el sector laboral son pasos esenciales para cerrar la brecha de género en la ciencia.
La educación científica es clave para el desarrollo de una sociedad innovadora y equitativa. Sin embargo, la desigualdad en la educación no radica en las capacidades de las y los estudiantes, sino en las oportunidades que se les ofrecen. En este aspecto, México sigue en deuda con las niñas y las mujeres.
Tenemos a la primera mujer presidenta y científica en México, y qué gozada sería que encabece una verdadera revolución educativa para que el origen no sea el destino de ninguna niña o joven que quiera incursionar en este ramo ¡Más mujeres en la Ciencia! debiera ser el encabezado de las notas semanales. Corresponde también a la sociedad y a las instituciones educativas asumir el compromiso de impulsar una educación científica accesible, equitativa y libre de sesgos porque las niñas y las mujeres hacen la diferencia.