Van cinco meses de la gestión de la presidenta Sheinbaum y cada vez enfrenta más problemas, al tiempo que se agotan las soluciones. Veamos: mientras que en la Cámara de Diputados los legisladores morenistas alineados a la mandataria, como Alfonso Ramírez Cuellar tratarán de revertir lo aprobado por la colegisladora en torno a la entrada en vigor de la reforma de nepotismo y no reelección hasta el 2030 y regresar a la propuesta original de que sea en el 2027; el escenario nacional e internacional se complica por diversas manifestaciones, entre ellas del magisterio por la molestia por el doble cobro en su cuenta de pensiones y por supuesto los manotazos del Tío Sam, encarnado en Donald Trump, al amenazar con imponer dos tipos de aranceles: uno, que se aplicará luego del mes de plazo que otorgó el magnate inmobiliario que se vence el 4 de marzo, relacionados por la incapacidad del gobierno mexicano por frenar los flujos migratorios y el trasiego de drogas sintéticas y los otros de tipo comercial que entrarían en vigor el 2 de abril.
La visita a Washington de la delegación mexicana en materia económica y de seguridad pública representa el mayor esfuerzo hecho por nuestro gobierno en los últimos seis años para restablecer una agenda bilateral que permita alcanzar acuerdos mutuos en ambas materias, además de abrir el diálogo que dé paso a una reunión a la brevedad entre Trump y su contraparte mexicana.
En todo este cóctel molotov hay que incorporar lo que subyace en el fondo que impide a la presidenta reencauzar el rumbo de México, luego del desastre heredado por su antecesor: la crisis económica con un déficit presupuestal asfixiante y con la inseguridad pública en niveles que han puesto en riesgo la gobernabilidad y la relación con el gobierno de Estados Unidos.
A todo esto hay que agregar el inminente colapso de Pemex, sobre todo con el desplome de la producción, la deuda más grande del mundo en el ramo petrolero, la calificación de basura a los bonos que emite y la peor pérdida de la última década alcanzada en 2024, el último año de AMLO, que es del orden de 30 mil millones de dólares y que, como se aprecia y más ahora con el tope en el precio de las gasolinas de 24 pesos por litro, pues no se necesita tener habilidades de adivinador para vislumbrar el desastre, aun con la reforma energética aprobada hace unos días por el Congreso.
Van cinco meses de la gestión de Sheinbaum y se ha notado un viraje de 180 grados en la estrategia de seguridad con el combate real a los capos de la droga y los criminales de alto rango y ello, de suyo, merece un reconocimiento, ya que el contraste entre la estrategia de “abrazos, no balazos” con el combate real a los delincuentes es notable y, aunque va a llevar años observar resultados reales, se transita por el camino de imponer la fuerza del Estado de derecho.
Lo mismo ocurre con la migración ilegal que atraviesa el país para alcanzar territorio estadounidense y que, con López Obrador, se alentó con permitir a los polleros y a las autoridades de migración imponer tarifas para el cruce, con el resultado que todos conocemos.
Ahora, se redujo el tránsito de ilegales en su intento de ingresar a Estados Unidos.
La doctora está jugando con las pocas canicas que tiene y con los pocos colaboradores que le son leales totalmente, ya que, como es del conocimiento público, la gran mayoría de los integrantes de su gabinete, líderes camarales, gobernadores y la cúpula del morenismo, están alineados a López Obrador, lo que dificulta de sobremanera la gestión de la presidenta.
Aunque la jefa del Ejecutivo Federal no quiera, tarde que temprano, tendrá que romper con su mentor y no porque así lo aconseje la comentocracia, sino porque si quiere tener una gestión aunque sea medianamente exitosa, debe quitarse el yugo y la correa de mando.
La luna de miel de la que goza con la ciudadanía se terminará hasta que los recursos públicos empiecen a faltar para fondear los programas sociales que regalan dinero y ello se dará por la recesión económica y por el golpe de los aranceles que impactarán en la pérdida de empleos formales e informales, inflación y mayor inseguridad pública y con ello la reducción de ingresos tributarios.