Esta semana se dieron a conocer los datos de la inversión extranjera directa (IED) al cierre de 2024.
Veo dos narrativas completamente diferentes respecto a su significado.
La primera es la que habla de fracaso. Señala que lo que se clasifica como “nuevas inversiones”, y que sumó 3 mil 169 millones de dólares, es el menor registro de los últimos 31 años.
La otra habla del gran éxito que significa que, a cifras comparables, es decir, con base en datos preliminares, el monto del año pasado resultó el máximo de la historia.
Vaya. ¿Cuál de las dos visiones es la correcta?
No es una diferencia menor. Es un contraste radical.
Ambas. Las dos tienen una parte de verdad. Pero hay que varlas en conjunto y en el contexto para dimensionar lo que realmente ocurrió.
Como siempre sucede, los datos pueden recortarse y compararse para sustentar conclusiones totalmente diferentes.
Permítame dar algunos elementos de contexto.
1-La expectativa que existía hace un año o poco más era que los volúmenes de inversión foránea fueran mucho mayores de lo que realmente resultaron. Presuntamente el nearshoring elevaría la inversión al menos a niveles superiores a los 40 mil millones de dólares anuales o quizás más. No ocurrió.
2-Es totalmente incorrecto señalar que no hay inversiones por la incertidumbre derivada de las políticas de Trump o del gobierno mexicano. Lo que virtualmente no hubo fue crecimiento de la inversión. Pero los volúmenes efectivos de la inversión son históricamente elevados.
3-La visión de que hay empresas que se están yendo de México es completamente falsa. Vaya, aunque lo quisieran hacer, aunque hubiera algunas que hubieran prendido las alarmas ante las políticas de Trump, no hay manera de levantar sus fierros e irse de México. Ni les conviene ni lo van a hacer.
El monto preliminar registrado de IED es de 36 mil 872 millones de dólares.
Es una cifra que no impresiona. Pero no está nada mal en el contexto actual.
Permítame hacer una comparación. La suma global de IED para 2024 fue superior en 2.2 por ciento a la cifra preliminar del 2023, lo que resulta una cifra cercana al crecimiento de la inversión fija bruta total (en realidad hasta noviembre) del año pasado, que fue de 4.1 por ciento.
Es decir, las mismas razones por las que creció poco la inversión total son las que explican un crecimiento relativamente menor de la inversión extranjera.
Los catastrofistas, los que dicen que vamos derechito al precipicio, suponen que ya no está llegando inversión foránea.
Hay múltiples evidencias de que no es así.
Ayer, Home Depot anunció un programa de inversiones de 1 mil 300 millones de dólares para los próximos 3 años.
Aztra Seneca, una importante farmacéutica también planteó un programa de inversiones de 600 millones de pesos. Pocos días atrás, Netflix anunció 1 mil millones de dólares. Y así podemos hacer un recorrido de un buen número de empresas que están apostando al mercado mexicano.
Es cierto que la promesa del nearshoring no se ha concretado.
Es un hecho que se sumaron a los factores internos que limitaron el crecimiento –como la falta de energía eléctrica– los ingredientes externos, como el tema de los aranceles.
Qusiéramos estar en un entorno global predecible y estable.
No es posible. Estamos en una circunstancia de alta incertidumbre con una gran cantidad de incógnitas sin resolver.
Eso no va a cambiar, independientemente de que Trump imponga o no aranceles.
Para sobrevivir en este entorno hay que tener flexibilidad y una gran capacidad de respuestas rápidas.
Veremos si en México tenemos esas cualidades.
Por lo pronto, si no las tuviéramos como país, desarróllelas en su empresa o en su situación personal.