El 1 de junio de 2025, México vivirá una elección sin precedentes: la ciudadanía elegirá a las nueve personas que integrarán la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Lo que antes era una designación de élites ahora será un ejercicio democrático con todo lo que ello implica: campañas, estrategias, movilización y, por supuesto, cálculo electoral. ¿Cuántos votos se necesitan para ganar? No hay fórmulas mágicas ni antecedentes que nos permitan realizar un cálculo razonable con base en votaciones obtenidas en el pasado. Lo que sí hay son matemáticas que nos pueden ayudar a despejar esta importante incógnita.
Esta elección no coincidirá con otras de alcance federal, salvo en Durango y Veracruz, donde habrá comicios municipales, lo que supone un reto mayúsculo: una participación posiblemente baja. Como referencia, la Revocación de Mandato de 2022 registró un 17.8% de participación, y aunque una difusión intensa podría elevar la cifra, 20% es un escenario razonable. Si la movilización es efectiva, podría acercarse al 25 o 30%, pero no será sencillo, aunque la presidenta Claudia Sheinbaum y el INE han subrayado la importancia de la participación ciudadana en este proceso histórico.
Ahora bien, cada votante podrá elegir a cinco mujeres y cuatro hombres, lo que genera una sobreoferta de votos y una competencia feroz. Con 33 aspirantes disputando cinco plazas femeninas y 31 compitiendo por cuatro plazas masculinas, la dispersión del voto será un factor clave. Si participan 19.6 millones de personas, cada una emitiendo cinco votos para mujeres y cuatro para hombres, habrá 98 millones de votos femeninos y 78.4 millones de votos masculinos. Pero el reparto de estos votos será desigual.
Siguiendo la regla de Pareto (el 20% de las candidaturas suele captar el 80% del voto), las siete aspirantes más competitivas se repartirán 78.4 millones de votos femeninos, mientras que los seis candidatos más fuertes concentrarán 62.7 millones de votos masculinos. Una aspirante necesitará al menos entre 9 y 11 millones de votos para asegurar un puesto en la SCJN, mientras que un candidato deberá reunir entre 9.5 y 11 millones.
Además de los nueve lugares disponibles, quien obtenga el mayor número de votos entre las candidaturas ganadoras será designada como la nueva persona presidenta de la SCJN. Esto significa que quien aspire no solo a llegar, sino a encabezar la Corte, deberá superar los 11 millones de votos y diferenciarse con una estrategia que no solo lo haga competitiva, sino la más votada.
Saber cuántos votos se necesitan es útil, pero insuficiente. La clave es diseñar una estrategia efectiva. No bastará una carrera judicial impecable; será imprescindible ganar reconocimiento y convertirlo en apoyo electoral. El primer desafío es lograr que el nombre sea ampliamente conocido. La boleta electoral no tendrá logotipos ni referencias visuales de apoyo, por lo que la presencia constante en medios digitales y tradicionales será determinante. La radio y la televisión, dentro de los tiempos permitidos por el INE, jugarán un papel crucial, al igual que los eventos y foros públicos que se organicen con apego al marco legal. La repetición del nombre y el número de boleta en materiales de campaña será indispensable.
Aunque los partidos no podrán intervenir, el éxito de cualquier candidatura dependerá de su capacidad para construir redes de apoyo territorial. Confiar solo en redes sociales digitales sería un error. La movilización en comunidades y la activación de estructuras organizadas serán determinantes, al igual que el trabajo con liderazgos locales para reforzar la convocatoria y motivar la asistencia a las casillas en los días previos a la elección.
Recorrer todo el país es imposible con recursos limitados. Con un tope de gastos de 220 mil pesos por candidatura, hay que concentrarse donde están los votos. En las grandes zonas metropolitanas, el impacto de cada actividad será mayor. Demarcaciones clave incluyen la Ciudad de México, el Estado de México, Jalisco, Nuevo León, Veracruz y Puebla. Una campaña bien enfocada en estos puntos puede marcar la diferencia entre ganar o quedarse en la orilla.
Por otro lado, el INE aprobó tiempos en radio y televisión, lo que representa una gran oportunidad. Los mensajes deberán ser simples y memorables, fáciles de retener. TikTok, Facebook, Instagram y WhatsApp serán esenciales para ampliar el alcance, mientras que la repetición del número de boleta será clave, dado que el votante deberá escribirlo manualmente.
Las campañas digitales no podrán utilizar pauta pagada, lo que obligará a construir una presencia orgánica fuerte. Videos cortos y virales con mensajes claros, el uso de WhatsApp y Telegram como herramientas de contacto directo, y la interacción en X y foros jurídicos serán tácticos fundamentales para atraer al público especializado.
El 1 de junio de 2025 marcará un antes y un después en la manera en que se eligen quienes imparten justicia en México. No será una elección de partidos, sino de nombres y estrategias. Más que nunca, ganar un asiento en la SCJN será una prueba de entendimiento del contexto político, capacidad de comunicación y dominio de la aritmética electoral. Quienes crean que basta con una buena carrera judicial para ganar, pronto descubrirán que en la democracia no solo se trata de ser el mejor, sino de lograr que millones de personas lo sepan.