Trump lo hizo. Nos aplicó los aranceles.
No sirvieron ni las ofrendas de narcos ni los argumentos respecto a los efectos perniciosos que las tarifas tienen sobre la economía de los Estados Unidos.
Él no opera sobre la base de la racionalidad, sino de sus creencias.
Piensa que el libre comercio ha propiciado la pérdida de producción y empleo en Estados Unidos.
Y también entiende que es el uso de la fuerza lo que le va a permitir influir en mayor grado en otros países, para que ajusten sus políticas a lo que él cree correcto.
Marco Rubio, secretario de Estado, y Howard Lutnick, secretario de Comercio, hicieron un reconocimiento del esfuerzo hecho por México y Canadá.
Pero, quedó claro que la última palabra la tuvo Trump.
No valieron ni los indicadores ni los hechos. Ganó el estilo acosador de negociar y los prejuicios ideológicos.
¿Qué va a pasar a partir de hoy con la aplicación de los aranceles?
Lo primero es que el costo adicional lo pagarán los importadores de Estados Unidos.
Quienes compren, desde partes automotrices hasta berries, tendrán que pagar el 25 por ciento sobre el monto facturado a los productores establecidos en México.
Ya sabrán los importadores si repercuten la totalidad de los costos adicionales que implican los aranceles o se “comen” ellos una parte y solo reflejan un porcentaje del total.
O bien, si exigen a sus proveedores mexicanos que castiguen sus precios para que sean ellos los que absorban el costo adicional.
Queda la duda de lo que ocurrirá con el grupo de empresas que está en el régimen IMMEX, que importan y exportan varias veces en la confección de un producto como un auto.
Sería una aberración mayúscula que se pagara 25 por ciento en cada proceso de entrada o salida. En la industria automotriz, puede haber hasta ocho operaciones de comercio exterior. Uno puede suponer que habrá de crearse un régimen especial, pero con Trump nada está claro.
Sea lo que sea, los aranceles serán como un torpedo que impacte a la integración de Norteamérica en su línea de flotación.
No es factible pensar en una zona económica de Norteamérica con los aranceles planteados por Trump.
Canadá ya expresó ayer, a través de Melanie Joly, ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, que su país ya tiene preparados los aranceles en represalia a los que impondrá Estados Unidos.
Comenzarán con un primer tramo que implica importaciones por 30 mil millones de dólares, y en pocas semanas impondrán tarifas a un segundo tramo de 125 mil millones de dólares.
La Secretaría de Economía comentó ayer que sería hasta la conferencia mañanera de hoy cuando se fijaría posición por parte de México.
Trump refirió ayer que hablaría con la presidenta Sheinbaum, pero no precisó la fecha en la que lo haría.
Con la información que existe hasta el momento no se puede hacer una evaluación precisa del impacto que la decisión del gobierno norteamericano tendrá sobre la actividad económica y la inflación en México.
Pero, sí se pueden poner sobre la mesa algunos impactos previsibles.
1-Habrá una reducción de las importaciones provenientes de México que haga Estados Unidos ante los mayores costos derivados de los aranceles. Es decir, nuestras exportaciones bajarán.
2-En los casos en los que los productos provenientes de México no sean sustituibles, lo que habrá son mayores costos que van a impactar en la inflación de los Estados Unidos.
3-Si México y Canadá imponen aranceles en represalia –que es el escenario más probable–, habrá también una reducción de las compras provenientes de Estados Unidos, y por lo tanto una reducción del comercio regional.
4-Dependiendo del tipo de productos a los que se aplique un arancel en represalia, también podría haber mayor inflación en México.
5-Ayer, el tipo de cambio reaccionó de manera moderada. Por la tarde, el peso se llegó a cotizar en 20.75 por dólar. No está claro hasta dónde pueda subir. Sin embargo, con los niveles observados ayer, no es posible que los exportadores puedan compensar con un peso más débil, el costo adicional de los aranceles.
Se trata de una situación que debiera quitarle el sueño a Trump.
Ayer, se cayeron los principales índices de los mercados accionarios, lo que se suma al derrumbe de la confianza del consumidor, que se presentó hace pocos días.
La percepción de los inversionistas es que la economía de EU va a padecer mayor inflación y menor actividad económica.
No es un balazo en el pie, es ponerse una carga de dinamita debajo de la cama, sin saber cuándo pueda explotar. Así, ni cómo dormir.
¿En algún momento Trump actuará racionalmente para proteger el interés de sus electores y suponemos que el de él mismo?
Ya lo veremos.