Se nos dice que estos deben ser tiempos de unidad nacional. Yo he decidido apoyar a mi país con la crítica de las acciones de gobierno porque estoy convencido de que la crítica ayuda a corregir y mejorar. La crítica es consustancial a la democracia.
Durante décadas, bajo los gobiernos del PRI, el narco estuvo supeditado al gobierno, que le fijaba reglas y rutas. Con Salinas de Gortari, el narco se volvió socio del gobierno. De Calderón en adelante, el gobierno se convirtió en empleado del narco. García Luna simulaba combatirlo, pero lo que hacía era apoyar a un cártel y combatir a sus rivales. En el gobierno de López Obrador, a cambio de dinero para las campañas del expresidente y de los candidatos de Morena, se permitió que el narco se apoderara de vastas zonas del territorio nacional y que extendiera sus negocios a la extorsión y la trata de personas. Los viajes continuos de López Obrador para entrevistarse con los jefes del narco a Badiraguato demuestran quién tenía el control de la situación.
¿Por qué le cuesta tanto trabajo al gobierno de Sheinbaum romper el pacto con el narco? Es muy probable que el narco contribuyera a hacerla presidenta. Luego de que López Obrador tomó la determinación de que ella lo sucedería, se realizó una gigantesca operación para darla a conocer en todo el país. Todos lo vimos: miles de espectaculares, de bardas, entrevistas pagadas, placeo en los medios. Cuando le preguntaron a Sheinbaum de dónde salió tanto dinero, respondió que de sus simpatizantes. Se trataba de dinero sucio. Lo denunciaron en su momento Ebrard, Monreal y Adán Augusto. Gracias a la enorme ventaja que le dio esa gran difusión a su imagen y al dinero que repartió López Obrador en forma de programas sociales, Sheinbaum accedió a la Presidencia.
En 2021 se celebraron elecciones intermedias para elegir diputados y un gran número de gobernadores. Existen crónicas detalladas de cómo el narco ayudó a Morena a ganar las gubernaturas de Michoacán, Colima, Nayarit, Sinaloa, Sonora y Baja California. En algunos casos, el narco secuestró a los operadores políticos rivales el día de la elección. Los gobernadores y legisladores de Morena deben al narco sus cargos y actúan como sus empleados. Caso emblemático el de Rocha Moya en Sinaloa, al que toda la clase política de Morena solapa, por el apoyo que éste dio, con el dinero de los cárteles, a la campaña presidencial y de los legisladores en activo.
Recibieron dinero del narco centenares de alcaldes; fueron ellos los encargados de designar a jefes policiales locales. Recibieron dinero empresarios para lavarlo en sus empresas y periodistas venales. Universidades, colegios privados y clubes sociales recibieron dinero para admitir sin remilgos a las esposas y a los hijos de los narcotraficantes. Contrataron abogados y éstos se introdujeron hasta las entrañas del partido gobernante. Las decenas de fotografías de los abogados del narco con políticos de Morena son públicas. Nadie se salva.
López Obrador entregó el control de las aduanas y los puertos al Ejército no para impedir el cruce de drogas, personas y armas, sino para entregarles una tajada del negocio a cambio de su lealtad, porque el proyecto era (es) transformar a México de una democracia incipiente a un sistema autoritario gobernado por una camarilla vinculada al narco. Nos convertimos en un narcoestado. Lo empezaron a reportar así los medios más prestigiados del mundo. Con López Obrador vivimos el periodo más violento de nuestra historia y ser periodista en México se volvió más riesgoso que cubrir a un país en guerra.
Lo que era Colombia en los años ochenta y noventa, eso representa México ahora. Un país tomado por el narco. Al que todavía lo dude, le recomiendo revisar las espantosas imágenes de los hornos crematorios encontrados en Jalisco con las pertenencias de más de 200 personas. No hay palabras para describir ese horror.
Ahora Estados Unidos exige a México terminar con la intolerable relación entre el gobierno y el narco. Más de 200 mil personas muertas por sobredosis de fentanilo están detrás de esa exigencia. Para tratar de romper esa relación, el gobierno de Trump amenaza a México con la imposición de aranceles. El gobierno de Sheinbaum ha incautado más drogas y detenido más narcos en dos meses que durante todo el sexenio de López Obrador. Pero la exigencia no se detendrá, apenas se acordó una pausa, hasta que Sheinbaum decida romper el pacto que tejió López Obrador. En Morena muchos verían eso como una traición. Pero es la única vía para dejar de ser un narcoestado.
El 80 por ciento de la gente que apoya a la presidenta prefiere no pensar en esto y voltear a otro lado. La presidenta organiza festivales musicales en el mismo Zócalo en el que un día antes gasearon a las mujeres que se manifestaron contra la violencia. La opción es dura pero clara: o Sheinbaum rompe el pacto con el narco o permite que los nuevos envíos de fentanilo lleven la etiqueta de Hecho en México.