El presidente Trump anunció que impondría un arancel del 25 por ciento a las importaciones que su país hiciera de México y Canadá al inicio del presente mes y del 10 por ciento adicional a las realizadas desde China. A este aviso se tuvieron diversas reacciones en estas naciones, ya que mientras en el segundo caso se impusieron impuestos compensatorios y en el país asiático se tuvo una reacción incluso agresiva, desde nuestro caso se anunció un periodo de espera de una semana para informar que medidas se tomarían. Posteriormente se avisó que se posponía la aplicación de estos aranceles por otro mes.
Trump ha mencionado reiteradamente a lo largo de los años que cuando se va a negociar, es recomendable golpear primero para tener una ventaja sobre el adversario. Siguiendo este criterio es probable que, si impone estos elevados aranceles, se apliquen condiciones previas a nuestros gobiernos para poderlos reducirlos. La reacción esperada tanto de Canadá como de México es que sigan adelante con aranceles compensatorios selectivos, lo cual está permitido en el tratado trilateral de libre comercio.
A pesar de que no se pongan en vigor estos elevados aranceles, su impacto ya fue muy elevado, porque destruyó el objetivo básico sobre el cual se construyó originalmente el acuerdo comercial, que era dar certidumbre a los inversionistas de que no habría cambios en las reglas en el mediano y largo plazo. Como resultado del tratado firmado hace tres décadas el comercio entre nuestros países se multiplicó varias veces, el sector exportador se volvió el principal motor de la economía mexicana y existe una fuerte integración principalmente en el sector manufacturero. Por lo mismo, habrá una reducción significativa en las inversiones extranjeras que se realizarán en México en los próximos años.
En el caso de que impongan estos mayores aranceles en las siguientes semanas, su impacto se absorbería por tres canales; el primero y más inmediato es por medio del tipo de cambio, esto es, el precio de las exportaciones de México en dólares no subirán en este porcentaje, sino en uno mucho menor. Hay que enfatizar que los mercados ya habían “descontado” esta posibilidad y el peso ya se había devaluado en 25 por ciento en los pasados doce meses.
Otro bloque del arancel adicional lo absorberán los intermediarios y los comercios que venden los distintos productos importados y el resto del arancel lo pagarán los consumidores finales, ya sean personas físicas o empresas que utilizan los insumos del exterior, por lo cual elevarán sus costos de producción. Como resultado, la inflación descenderá en un menor ritmo del previsto.
El mayor impacto de los nuevos aranceles lo tendrá México, porque las exportaciones representan un mayor porcentaje del PIB, que en los Estados Unidos. Mientras que allá se prevé de manera preliminar que su economía si crecerá con estos aranceles, pero lo hará en menos de 0.30 puntos de lo previsto anteriormente, en México la estimación para el presente año es de un dinamismo del PIB menor en dos puntos porcentuales al previsto originalmente. Por su parte, la pérdida de empleos puede ser cercana a los 2 millones de puestos de trabajo formales, principalmente en las zonas fronterizas y en los sectores manufactureros.
Sin embargo, debido a la flexibilidad del tipo de cambio hay sectores favorecidos, destacando el turismo (dependiendo de las condiciones de seguridad). Además, habrá paulatinamente una sustitución de importaciones con producción nacional y se fomentará el incremento del comercio exterior con otras zonas del mundo, como Europa y Asia. Por su parte, el comercio de servicios también se elevará, como puede ser servicios médicos y diversos servicios que se puedan ofrecer por medios de Internet.
En conclusión, estos elevados aranceles cambian de manera drástica la forma en que opera la economía mexicana, así como su dinamismo. Es momento de adaptarse al nuevo entorno, para que México pueda lograr los niveles de desarrollo que podría tener.