Según el multicitado Acuerdo de París, México ya debería estar produciendo más del 35 por ciento de su energía a través de fuentes renovables, o verdes, sin embargo, no es así.
A decir del gobierno actual, los motivos fueron principalmente dos. Por un lado, la encarnizada batalla legal que protagonizaron los empresarios del país con el Estado para defender a toda costa la reforma energética que les hizo Peña Nieto, y que ralentizó los proyectos, anclados, por cierto, a la infraestructura de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Por otra parte, fue determinante la situación de sequía crónica que impide que el país se apalanque en la generación hidroeléctrica, donde México tiene uno de los potenciales más grandes del mundo.
Sin embargo, no es interés de la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum cumplir con los objetivos internacionales a toda costa, en la misma línea de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador. Hacen bien en priorizar la seguridad energética sobre los intereses de las empresas internacionales por presumir logros en este rubro, pero esto no quiere decir que el tema esté siendo ignorado, no. La estrategia es interesante.
El futuro de la generación verde en el país se encuentra en la pequeña y mediana escala. De acuerdo con las leyes secundarias de la contrarreforma energética aprobada por el Congreso, la llamada “generación distribuida” será la oportunidad para las fuentes renovables, principalmente para la solar fotovoltaica, ya que el límite de la pequeña escala se elevó de 0.5 a 0.7 megawatts (MW) de capacidad en este tipo de proyectos, pensados en hogares y negocios, principalmente en aquellos que están alejados de las zonas urbanas.
Es decir, este tipo de proyectos, ideales para empresas de todos los giros, están exentos de llevar a cabo un trámite especial, y de conectarse a la red eléctrica de la CFE; esto le quita trámites, haciendo más eficiente el proceso de generación de energía limpia.
Pero la esperanza verde no solo estará en las casas. La reforma contempla que para las empresas se aplique un esquema de abasto aislado, con un límite de 20 MW, sin necesidad de que se conecten al sistema eléctrico. Esto sin duda impulsará proyectos no solo verdes, sino de todo tipo, que ayudará además a satisfacer la creciente necesidad de suministro eléctrico que se registra cada año en el país.
Impacto al mínimo
Es de destacar que luego de que el presidente Donald Trump estableció unilateralmente un arancel del 25 por ciento a todas las exportaciones de México a Estados Unidos, fue gracias al trabajo del Gobierno de México, que en un corto tiempo se pudo negociar para reducir el impacto al mínimo, pues en lugar de afectar con aranceles al 100 por ciento de las exportaciones, las tarifas pegan únicamente al 10 por ciento de las mismas.
A diferencia de México, y la templanza de la presidenta Sheinbaum, el gobierno de Canadá reaccionó a las políticas de Trump sin estrategia y sin cautela. De inicio acudieron a la residencia del republicano en Mara Lago, pero ante el desaire de éste, iniciaron todo tipo de declaraciones y medidas a través de sus gobernadores.
Lo anterior generó por un lado que rompieran la interlocución con los actores clave de Washington; y por el otro, los volvió dependientes de lo que México pudiera lograr. Es por eso que hoy Canadá puede respirar.