¿Si lo que dicen pudiera generar olas que movieran la demanda de ciertos coches, el precio de algunas acciones y ciertas monedas, usarían ustedes ese poder?
El exceso en palabras o acciones es, de acuerdo con la Real Academia Española, un desmadre: acción y efecto de desmadrarse o conducirse sin respeto ni medida.
Ignorar a los árabes; amenazar a México, pelear con Canadá y Europa, castigar a China y acercarse a Rusia, promover abiertamente una marca de automóviles eléctricos… ¿Cómo llamarían ustedes lo que ocurre desde el inicio del año alrededor del célebre responsable actual de la Casa Blanca?
Aranceles un día, al siguiente no, dependiendo de quién se trate. Una suma de obstáculos al comercio que ya he advertido antes, no va a durar en el largo plazo. Pero estamos en el presente y empresarios de su país piden que no haga olas, una mitad de votantes, también.
Esa incertidumbre golpea a todos. Economistas esperaban al inicio del año que México pudiera superar el 1 por ciento de crecimiento económico y ayer el banco suizo UBS pronosticó un crecimiento nulo, del cero por ciento para 2025. En Estados Unidos hay una tendencia similar, Goldman Sachs bajó a 1.7 por ciento la estimación de crecimiento anual en el producto interno bruto estadounidense, desde un 2.2 por ciento. Imaginen a los poderosos miembros de la US Chamber of Commerce, que aspiraban a llegar al 3 por ciento en 2025.
¿Por qué lo hace? Las decisiones del presidente Donald Trump no lucen basadas en la lógica, al menos no en la que movió al mundo durante décadas.
Afortunadamente, esta semana un artículo de la revista The Atlantic brindó al menos algo de luz sobre una posible respuesta a lo que muchos nos preguntamos: ¿por qué?
“Cuando Trump se enteró en 2016 de que los presidentes estadounidenses están exentos de las normas sobre conflicto de intereses que restringen a otros funcionarios del gobierno, pareció encantado. ‘El presidente no puede tener un conflicto de intereses’, declaró entonces al New York Times”, expuso el citado medio de información.
Probablemente basado en esa lógica, el miércoles llevó a los jardines de la Casa Blanca un par de coches de la empresa controlada por el empresario que ayudó como pocos al éxito de su campaña. Incluso se montó en uno de esos Tesla, mientras Elon Musk lo observaba condescendiente ante las cámaras.
Desde entonces, la empresa que pierde clientes en varios países, ganó cinco por ciento en su valor.
“Si cualquier otro funcionario del gobierno hubiera promocionado de forma similar el producto de un amigo (especialmente en los terrenos sagrados de la Casa Blanca), habría infringido claramente la normativa específica que impide a los empleados del poder ejecutivo usar su cargo para promocionar productos o servicios comerciales, me explicó Kathleen Clark, profesora de derecho de la Universidad de Washington en San Luis. Sin embargo, el presidente y el vicepresidente están exentos de dicha normativa, así como de otras normas éticas que rigen a los funcionarios federales”, publicó Lora Kelley, editora asociada en The Atlantic.
¿Trump posee acciones de Tesla? No lo sé. Ignoro si se beneficia del violento movimiento reciente de los mercados. Ante la duda, sugiero que pongan atención a este par de párrafos de la misma publicación:
“A pesar de la falta de restricciones legales, los presidentes modernos generalmente han transferido sus activos a fideicomisos, controlados por gestores independientes, para minimizar la percepción de que se benefician del cargo (o de que toman decisiones políticas para impulsar sus propias carteras de inversión)”, divulgó The Atlantic y agregó:
“Trump ha reorganizado sus activos desde que asumió el cargo, pero en general ha optado por dejar a su familia a cargo de su gestión. Trump declaró recientemente que había transferido sus acciones de Truth Social a un fideicomiso controlado por su hijo Donald Trump Jr., una decisión ‘irrelevante desde un punto de vista ético’ porque el dinero podría seguir fluyendo hacia él, según me comentó (Kathleen) Clark. Y con su propia familia controlando el fideicomiso, Trump probablemente sabe exactamente dónde está su dinero y puede tomar decisiones que aumentarían el valor de sus activos”.