Los tiempos de oscuridad que el mundo está viviendo a partir de la llegada por segunda vez al poder por parte de Donald Trump, es demasiado peligroso, de la mano de los multimillonarios estadounidenses, particularmente de aquellos ligados al capitalismo tecnológico, están llevando al mundo a un lugar impredecible, por decir lo menos.
Sabíamos de los antecedentes de 2016, en su primera presidencia y de cómo a base de la narrativa populista logró hacerse con el poder, y como en enero de 2020, con una turba de fanáticos buscó romper el orden constitucional y la democracia, con la toma del Capitolio, ahí quedó más que claro que su movimiento tenía raíces que logró cuidar y abonar para hacerlo crecer como MAGA (Make America Great Again), que en 2016 era solo un eslogan y ahora es la fuerza política de un solo hombre.
La diferencia hoy es que es un movimiento más allá del Partido Republicano, es más, este último ha quedado absorbido en MAGA, y que al final del día, la personalidad y el ego de Trump ponen en la reflexión si no estamos asistiendo a la pérdida del orden constitucional y a la muerte de la democracia estadounidense, para entrar de lleno en una autocracia dominada por un líder que busca no la grandeza de Estados Unidos de Norteamérica, sino exclusivamente la suya, y además no mostrándose como un estadista, como un hombre de Estado, sino al contrario, como un bravucón que está poniendo patas para arriba toda la arquitectura global de la posguerra y a sus propios paisanos en serios riesgos de meterlos en un callejón de inflación y de hasta una posible recesión en el corto plazo debido su “política arancelaria”.
Es cierto que tiene el control absoluto de las bancadas republicanas en el Congreso, y la división y crisis de liderazgos en el partido demócrata no contribuyen a un escenario de contrapesos o de control parlamentario en el corto plazo; cuenta también con una mayoría de ministros simpatizantes con él en la Corte Suprema, que hacen ya previsible un cambio sustancial en el sistema político.
Otro ejemplo del cambio en el sistema político es la cantidad de órdenes ejecutivas de temas que normalmente podrían y tendrían que haber pasado en el Congreso.
Con la caída, la semana pasada, de las bolsas de valores y las pérdidas millonarias de muchas empresas por los efectos de los dichos y las acciones arancelarias de Trump, valdría la pena preguntar si esos capitalistas estarán tan contentos, como el 20 de enero, cuando ven que el tacto de elefante del trumpismo está irracionalmente acabando con sus aliados desde los tiempos de la posguerra, particularmente los países de la Unión Europea, o en general, América Latina y de manera particular, sus vecinos tanto en el norte como en el sur, poniendo ya en riesgo el Tratado de Libre Comercio, que se tiene desde 1994, y no solo en lo comercial sino que a Europa le ha quedo claro que no puede confiar ya más en el gobierno de Trump para su seguridad, por ello está dando pasos urgentes no solo para planteárselo, sino generando una agenda y montos de inversión para su defensa.
No sabremos hasta el día 2 de abril los montos definitivos de los aranceles, pero lo que sí es claro es que Estados Unidos, por las acciones disparatadas y la megalomanía de Trump ha perdido ya a su aliados, y no se le tiene ya más confianza.
Su búsqueda de expansionismo le pone enemigos donde no los tenía, es el caso de Groenlandia, donde los líderes de los principales partidos políticos han expresado “basta, ya es suficiente” para, de esa manera tan categórica, rechazar las amenazas de Trump de querer anexarse ese territorio.
Contrasta la manera tan comedida con la que se refiere y comunica con otros autócratas como Putin de Rusia o Kim Jong-Un, el dictador de Corea del Norte.
La historia nos muestra cómo el contexto y determinadas circunstancias han generado un malestar en la sociedad, con los líderes y las estructuras jurídicas imperantes para que ese malestar social sea aprovechado por líderes populistas, megalómanos que han alcanzado el poder con el apoyo también de los capitalistas y de quienes hasta ese momento lo detentaban, el fascismo de Mussolini es el ejemplo por antonomasia en los años veinte, para originarse después en Alemania el nacionalsocialismo (los nazis) y la llegada en 1933 con Hitler al poder y con él, y por él la segunda guerra mundial y todos sus horrores.
No siempre es cierto que las analogías son válidas pero lo que hoy estamos viviendo, vaya, cómo se parece, ¿será que el neofascismo es la fase superior del populismo autoritario?
En el caso de nuestro país, la presidenta sigue con la cabeza metida en el congelador (repitiendo como mantra que eso le ayuda a enfrentar a Trump, eso dice a diario, eh) y solo la saca para defender a su jefe político, la insensibilidad con la que atiende los asuntos de los ciudadanos como el caso de los desaparecidos y la infinita violencia permanente, así como la ausencia de una verdadera estrategia para enfrentar la nueva realidad ponen a México en un grave problema, ya que mientras ahora en marzo las instituciones financieras prevén un cero crecimiento del PIB para este año, de una manera insolente dice que la economía mexicana está muy fuerte. Aun a ese cero faltará ver el impacto de la reducción de las remesas.
No, la locura en el poder no solo está en la Casa Blanca, se extiende como epidemia, así como fue el virus del COVID hace justo cinco años.