Es un hecho que tanto Canadá como China han iniciado procedimientos de consulta ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) para llevar a Estados Unidos a definir el tema de los aranceles recientemente impuestos, y cuya aplicación fue aplazada por considerarlos como injustificados y violatorios de las reglas de comercio internacional.
Adicionalmente, ambas naciones impusieron aranceles a algunos productos de origen americano, y ciertas provincias de dichos países, como la de Quebec, han implementado acciones de castigo en contra de las empresas de Estados Unidos que buscaban hacer negocios en sus jurisdicciones, todo ello con el fin de lograr la cancelación de tales medidas que afectan evidentemente el comercio internacional, tanto a nivel regional como global.
Por su parte, México se mantuvo al margen de estos procedimientos y, a diferencia de Canadá y China, no aumentó aranceles a los que tiene derecho a recurrir bajo el tratado de libre comercio denominado T-MEC.
Es un hecho que para los inversionistas en la región de América del Norte el aplazamiento temporal de 30 días otorgados por Estados Unidos para la imposición de los aranceles del 25 por ciento dirigidos a la industria automotriz y a otros productores considerados como originarios bajo el T-MEC, atiende principalmente al cabildeo realizado por los fabricantes automotrices a su gobierno y, en menor medida, a las acciones concretas y múltiples esfuerzos implementados por los gobiernos de México y Canadá en materia de combate al tráfico de fentanilo y de migrantes hacia Estados Unidos.
De hecho, los aranceles en materia de importaciones al acero y aluminio en Estados Unidos no se desactivaron y seguramente encarecerán la producción de bienes y servicios para la región.
La caída del Dow Jones Industrial, de la bolsa de valores en Estados Unidos y del Nasdaq generaron incertidumbre en los inversionistas, que se recuperó parcialmente con el levantamiento de los aranceles para la industria automotriz, pero que son termómetros claros de que este tipo de medidas arancelarias desestabilizan de manera importante a los mercados y lanzan un claro mensaje de que aún y cuando las naciones tengan suscritos convenios comerciales multilaterales, tal como el caso del T-MEC, ello no es garantía de estabilidad económica y regional, sobre todo cuando los intereses domésticos y las condiciones geopolíticas se modifican.
De implementarse los aranceles en su máxima expresión, se generarán fenómenos inesperados en las economías de las tres naciones integrantes del T-MEC, tales como boicots comerciales de los consumidores contra empresas americanas que operan en Canadá y México y que apoyaron las compañías republicanas.
Cancelación de contratos millonarios a compañías de Estados Unidos, como sucedió en el caso de la provincia de Quebec que afectarán los intereses norteamericanos, así como bloqueos en los puentes internacionales por transportistas y agentes aduanales en protesta por la caída en el comercio entre los tres países, tal como ya sucedió en el caso de Matamoros.
Otro fenómeno podrían ser los posibles cortes en el suministro de gas, petróleo y energía eléctrica por parte de Canadá a los estados situados al norte de Estados Unidos, situación que seguramente podría causar una disminución importante en sus actividades industriales y comerciales, afectando a la población en general.
Por otra parte, y con el fin de atenuar la problemática, la Casa Blanca ha mencionado una posible flexibilización en los aranceles agrícolas para evitar mayores afectaciones a estados republicanos en Estados Unidos.
La imposición de aranceles, como la que pretende realizar Estados Unidos a México y Canadá, dará pie a reclamos internacionales por parte de ambas naciones, en el marco del T-MEC, y de China ante la OMC.
Es un hecho que este tipo de medidas está afectando el comercio internacional, así como las cadenas de suministro de las empresas que tantos años ha llevado construir; además, tendrá como consecuencias naturales el incremento en la inflación en México, Estados Unidos y Canadá, y la pérdida de empleos en los tres países y de competitividad de la región en general frente al bloque asiático, generando desconfianza en los inversionistas y en los países miembros de bloqueos comerciales.
Consideramos que el gobierno mexicano debe seguir trabajando en fortalecer sus relaciones comerciales y políticas con Estados Unidos y Canadá; tener preparada una estrategia comercial seria y sólida para enfrentar la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos en caso de que no se distiendan las tensiones comerciales existentes; buscar aceleradamente la expansión de sus relaciones comerciales con otras naciones para generar nuevos mercados y oportunidades de exportación, incluyendo fortalecer su relación con Europa en general; y trabajar arduamente en reposicionar la marca “México” en el resto del mundo, tanto en materia comercial como de turismo, misma que se abandonó con la cancelación de organismos como ProMéxico y otros entes encargados de promover a México en el mundo.