En la pista de la política monetaria, el Banco de México parece estar preparándose para un cambio de ritmo. Los analistas y el mercado vislumbran otro recorte de 50 puntos base en su próxima reunión.
Además, la proyección mediana para la tasa de referencia al cierre de 2025 ha sido ajustada a 8.00% desde 8.25%, lo que sugiere que el ciclo de relajación monetaria podría ser más agresivo de lo que inicialmente se pensaba.
Pero aquí viene la pregunta clave: ¿es este el momento adecuado para soltar el freno o estamos arriesgándonos a pisar un charco de inflación?
Las suposiciones detrás del recorte esperado
Reducir las tasas de interés implica asumir que la inflación está suficientemente controlada y que la economía necesita un impulso para no desacelerarse demasiado. Pero, ¿qué tan sólidos son estos supuestos?
Es cierto que la inflación ha venido bajando, pero sigue por encima del objetivo de Banxico. Aún más importante: la inflación subyacente—que excluye precios volátiles como energía y alimentos—sigue mostrando resistencia. Si bien el banco central ha logrado estabilizar las expectativas, todavía hay señales de alerta.
Sin embargo, los defensores del recorte argumentan que mantener las tasas en niveles restrictivos por demasiado tiempo podría asfixiar innecesariamente el crédito y el crecimiento. Aquí es donde entramos en una delicada zona de equilibrio: ¿hasta qué punto podemos aflojar sin reavivar las presiones inflacionarias?
El escepticismo inteligente: ¿y si Banxico se está apresurando?
Los mercados aplauden la posibilidad de un recorte de tasas, pero un analista escéptico podría plantear varias dudas:
¿Realmente hemos vencido la inflación? Si bien la inflación general ha bajado, los precios de los servicios siguen subiendo. Esto sugiere que hay factores estructurales, como salarios y costos de producción, que podrían mantener la inflación elevada.
¿Qué pasa si la Fed se mantiene restrictiva? La Reserva Federal ha sido clara en que aún no está lista para bajar tasas. Si Banxico se adelanta demasiado, podría generar volatilidad en el tipo de cambio y desatar presiones inflacionarias importadas.
¿Otro recorte de 50 puntos base es demasiado agresivo? Si bien es probable que la reducción ocurra, hacerlo de golpe en lugar de manera más gradual podría enviar señales mixtas a los mercados.
La prueba de fuego: ¿hay margen para aflojar sin consecuencias?
Aquí es donde los datos se vuelven clave. Si la inflación sigue cediendo y el crecimiento económico muestra signos de debilitamiento, entonces el recorte es más que justificado. Pero si la inflación se mantiene persistente o hay choques externos inesperados, Banxico podría verse obligado a ajustar su estrategia sobre la marcha.
¿Hay una tercera vía?
En lugar de ver la política monetaria como un dilema binario—o bajamos tasas o las mantenemos altas—quizás la respuesta esté en un enfoque más matizado.
Comunicación estratégica: Banxico podría optar por un recorte moderado y reforzar su mensaje de que seguirá dependiendo de los datos. Esto evitaría generar expectativas de relajación demasiado agresivas.
Coordinación con política fiscal: Si el gobierno adopta una postura más responsable en el gasto público, el banco central podría tener más margen de maniobra sin temer un repunte inflacionario.
Flexibilidad ante escenarios cambiantes: No hay que olvidar que la economía global sigue llena de incertidumbre. Factores como el crecimiento en EE. UU., la volatilidad del petróleo o tensiones geopolíticas podrían cambiar el panorama rápidamente.
Un baile que requiere precisión
El Banco de México parece listo para dar otro paso en la dirección de tasas más bajas. Sin embargo, el camino no está exento de riesgos. Si bien el recorte de 50 puntos base es una posibilidad real, la clave estará en cómo se comunica y se ejecuta la estrategia en los próximos meses.
Para los inversionistas, esto significa estar atentos a señales de Banxico sobre el ritmo y magnitud del ajuste. Para los consumidores, es una oportunidad para reconsiderar estrategias de financiamiento. Y para los formuladores de política, el mensaje es claro: la danza de la política monetaria requiere precisión, no improvisación.
Porque, al final del día, lo último que queremos es pisarnos los pies en plena pista y terminar con un tropiezo que nos cueste caro.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.