Replanteemos la pregunta: ¿Es posible por decreto o por convencimiento bajar las tasas de interés? De hacerlo, habría una regresión a economías comunistas, similares y conexas a las de la extinta URSS: quebraron un país (acabaron con la gallina de los huevos de oro y quien más sufrió fue la izquierda caviar).
Para poder contestar que es factible que sucediera para bajar las tasas, vale la pena establecer un marco de referencia de los componentes de las tasas de interés. Una primera clasificación es si son tasas activas o pasivas … ¿para quién? Quien invierte en instrumentos de deuda -le presta recursos financieros al emisor que puede ser una empresa o los diferentes niveles de gobierno- tendrá una tasa activa y será pasiva para el emisor. Una empresa que emite deuda para financiar proyectos de inversión, por ejemplo, tendrá una tasa pasiva puesto que debe dinero.
Los mejores ejemplos de tasas activas serían los CETES (pasivas para el Gobierno Federal) y la Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio (TIIE) a la cual se referencia básicamente toda deuda de las empresas en México.
En general, una tasa de interés al menos debe compensar a quien presta su dinero, por la inflación. Si se regresara íntegramente el monto del préstamo, pero nada más, se pierde poder adquisitivo: quien prestó el dinero no adquirirá lo mismo al final del plazo.
Un segundo componente es un premio. Quien presta su dinero está postponiendo su consumo. Quien pide prestado, puede adquirir bienes o servicios hoy y pagar mañana. Es justo compensar a quien prestó dinero por postponer su consumo.
El clásico dicho mexicano deja muy claro un tercer componente: debo no niego, pago no tengo. Quien presta su dinero asume un riesgo de que no se le pague y eso se refleja en una tasa de interés mayor.
Si regresamos a los CETES, quien debe dinero es el Gobierno Federal. En teoría financiera se le conoce como tasa libre de riesgo: sabemos que nos va a pagar. La razón es que los gobiernos pueden hacer algo que los particulares no deberíamos poder hacer: cobrar impuestos (su mismo nombre nos lo dice). Entonces, ¿Por qué las tasas de CETES están en los niveles tan altos comparativamente con otros países? La inflación está razonablemente bajo control, el premio se puede decir que es universal: igual para todas las economías.
El gran pero es el riesgo que pasa factura. Corrupción: México (score: 26 puntos) ocupa el ¡lugar 140 de 180! países en el Índice de Percepción de Corrupción. Inseguridad: La Encuesta Nacional de Victimización de Empresas estimó un costo de 0.52% del PIB o MXN$ 124.3 mil millones (2023). Las ocurrencias en proyectos faraónicos dilapidan dinero (Que fácil es gastar lo que alguien más trabajó). El gran secreto a voces: el control e infiltración del crimen organizado en la vida nacional.
Todos esos riesgos generan el riesgo país. Mientras los CETES pagan 9%, los Treasury-Bills pagan 4.30%. La TIIE de 28 días está en 9.2704% y la SOFR en 4.3504% (promedio de los últimos 30 días). Esos diferenciales -aunque de forma simplista- reflejan el riesgo país.
¿Bajar las tasas? Está “fácil”: se debe garantizar el Estado de derecho como una condición sine-qua-non. Dejarse de cuentos con tanta cosa del “bienestar” (será el de los proveedores). Revertir y privatizar obras faraónicas.
Los ejes generales del Plan Nacional de Desarrollo abarcan Gobernanza con justicia y participación ciudadana; Desarrollo con bienestar y humanismo; Economía moral (¿?) y trabajo; Desarrollo sustentable (Ok). ¿Resolverán los problemas o es pura ideología trasnochada? Veremos.