El autor es Decano de la Escuela de Ciencias Sociales de la UDLAP.
El realismo en las relaciones internacionales es un enfoque teórico que explica el conflicto entre las grandes potencias en un mundo anárquico, sin un gobierno global que administre o monopolice el uso de la violencia. El realismo enfatiza la naturaleza conflictiva del sistema internacional, donde las potencias buscan garantizar su seguridad a través de la acumulación de poder y riqueza. Es una visión de política global cercana al mercantilismo, que prescribe la acumulación de riqueza, generando superávits comerciales y la acumulación de activos. Esta visión predominó en el mundo hasta finales del siglo XVIII, con la llegada del liberalismo económico impulsado por Adam Smith.
El liberalismo en las relaciones internacionales enfatiza la interdependencia, en particular, la económica, como medio para alcanzar un mundo más seguro y pacífico. La interdependencia económica se convierte en una condición necesaria para la paz. En vez de tener un sistema internacional anárquico sin autoridad global, los estados y actores globales deben generar oportunidades para la cooperación internacional, cediendo soberanía a través de leyes y organismos internacionales para combatir los problemas de la humanidad, como son la seguridad global y regional, la proliferación de armas nucleares, el proteccionismo, el crimen y el terrorismo, las crisis financieras, el subdesarrollo y la amenaza al medio ambiente, entre otros.
La invasión de Rusia a Ucrania, la amenaza de China en el sureste asiático y las pretensiones de Trump de apropiarse de Groenlandia se explican en términos del realismo, como un esfuerzo por aumentar su poder y su seguridad en detrimento de la seguridad global compartida. El abandono de acuerdos y organismos internacionales por parte de Trump y su implementación de aranceles “recíprocos” arbitrarios se explica en términos de una visión realista-mercantilista del mundo.
El segundo gobierno de Trump desdeña a organismos y leyes internacionales, buscando acumular poder en base a la generación de superávits comerciales. Desconoce la especialización y la ventaja competitiva de las naciones en un mundo integrado, a la vez que ignora las causas subyacentes de su déficit comercial global. Un análisis simple demuestra que el déficit comercial global de EU es resultado de su exceso de gasto sobre su ingreso, lo que se refleja en su déficit comercial externo y en su endeudamiento con el resto del mundo. Si EU quisiera corregir su transferencia de activos al exterior, debería empezar por arreglar su enorme déficit público interno.
Jeffrey Sachs, profesor de Columbia University y reconocido por sus trabajos sobre desarrollo sustentable, se ha convertido de manera insólita en defensor de Putin y su invasión a Ucrania, argumentando que EU y Europa incumplieron su compromiso de no expandir a la OTAN y a la Unión Europea hacia el este europeo. Más allá de posibles promesas informales incumplidas, nunca hubo un tratado que limitara la incorporación de países a la OTAN o a la UE que habían vivido bajo el yugo ruso-soviético para buscar vivir bajo un régimen liberal democrático. La invasión de Rusia a Ucrania demuestra que tales países tuvieron toda la razón en pasarse a Occidente, mientras tuvieron la oportunidad. Rusia formó parte del G8 (G7 más Rusia), pero prefirió invadir Crimea cuando fue expulsado. Sachs muestra encono hacia EU sin reconocer que Putin es un dictador implacable que ha acabado con su democracia y asesinado a sus rivales políticos. Putin, según la inmensa mayoría de analistas internacionales, busca revivir el imperio ruso-soviético. Con sus interferencias en las elecciones de EU, Putin contribuyó a un cambio de régimen con el regreso de Trump. Las cartas se han voleado, y ahora Ucrania y Europa se encuentran contra las cuerdas.