El derroche, las ocurrencias y los programas sociales con tintes electoreros, entre otros factores, cuestan y mucho, a tal grado que López Obrador endeudó al país en niveles inéditos, incluso por arriba de lo que hicieron Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto juntos; sin embargo, con la doctora Sheinbaum crecerá aún más la deuda pública en menoscabo de las actuales y próximas generaciones.
Con López Obrador aumentó la deuda en 6.5 billones de pesos, el triple de lo contratado por Vicente Fox, casi el doble de Calderón y el 53% más que la de Peña Nieto.
Así es, los gobiernos de la Cuarta Transformación están hipotecando al país como nunca, y si a ello le agregamos que la crisis económica por la que transita México y que causaron ellos se profundizará por lo menos seis años más, pues no pinta nada bien el escenario político, social y económico para los próximos lustros.
Con un déficit presupuestal agobiante en el que los gastos son mayores a los ingresos del gobierno, la única alternativa que tienen los cuatroteros es precisamente endeudar al país, en lugar de orientar sus esfuerzos para detonar el crecimiento interno mediante una serie de apoyos fiscales a los contribuyentes para que estos puedan revertir la recesión económica por la que ya transitamos.
El Fondo Monetario Internacional alertó en una proyección al 2030 sobre el nivel de endeudamiento que tendrá la administración de la presidenta, del orden de 9 billones de pesos, y seguirá en aumento mientras no se reduzca el déficit y se implemente una reforma fiscal que implicaría, en contraparte, el malestar de los contribuyentes que, por un lado, son los que fondean los programas sociales y, por otro, son los más castigados en cuanto a la reducción de sus ingresos mediante los impuestos.
Las proyecciones que ha hecho el FMI sobre la contratación de deuda por Claudia Sheinbaum de 9 billones podrían incluso quedarse cortas, por todas las amenazas que representa la belicosa actitud del presidente Donald Trump sobre la economía mexicana.
Sin inversión privada, con niveles de incertidumbre al alza y con un gobierno populista que aspira a convertirse en otra dictadura de la región, pues realmente estamos en el peor de los mundos.
Al paso que va el actual sexenio, se comprometerán más las finanzas públicas porque se gasta más de lo que se genera y ello de suyo representa un alto riesgo sobre la gobernabilidad y la estabilidad social.
La visión populista basada en ocurrencias y en el desfalco de los fondos de previsión y contingencia ha colocado en un punto de inflexión a las finanzas gubernamentales, en las que se requiere necesariamente bajar el déficit fiscal y buscar nuevas fuentes de ingresos que no sean por la vía de contratación de más deuda con tasas de interés de las más altas del mundo.
El costo político y social para el gobierno de la transformación será muy alto y, en la medida en que posponga la reforma fiscal, será más costoso para el oficialismo y su proyecto hegemónico mantener el poder más allá del 2030.
En términos simples, diremos que de cada 5 pesos que gasta el gobierno, uno viene de deuda y por ello es preocupante el desbordado endeudamiento del sexenio de AMLO, que alcanzó su mayor nivel en 2024 con 1.7 billones de pesos.
Las grandes obras insignia del tabasqueño, como la refinería Dos Bocas, el Tren Maya y el AIFA, entre otras, son auténticos barriles sin fondo que se siguen tragando el presupuesto a grandes bocanadas; simplemente diremos que las tres obras referidas trabajan en números rojos y no solo eso, sino que, por ejemplo, la refinería de AMLO lleva gastados más de 23 mil millones de dólares y a la fecha aún no produce de forma regular y sistemática un barril.
De ese tamaño es el fracaso de estos proyectos que nos vendieron como los mejores del orbe, pero que en realidad han comprometido la viabilidad de las finanzas públicas del país.
Si a ello le sumamos lo que cuestan los programas sociales y su progresividad por el incremento de los apoyos y la población beneficiada, se explica, de alguna manera, la razón del inédito endeudamiento que han contratado López Obrador y Claudia Sheinbaum.
Cuando la premisa es mantener el poder al costo que sea, el gobierno camina en una línea muy delgada entre la recesión, crisis económica e ingobernabilidad.
Desde luego, desde el púlpito de las mañaneras se pretende desacreditar la cruda realidad con una narrativa desgastada en exceso que solo se presta para la burla y el escarnio por las cifras alegres que esboza todos los días y que se contraponen con los datos duros del propio gobierno.