La expresión “Canadá, el socio olvidado del TLCAN” se refiere a una percepción común en los debates públicos, mediáticos y políticos sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) (NAFTA, por sus siglas en inglés), firmado entre Canadá, Estados Unidos y México en 1994. A menudo, las tensiones comerciales, migratorias y laborales entre Estados Unidos y México han dominado la narrativa pública del TLCAN, dejando a Canadá en un papel más discreto. Durante las renegociaciones del tratado que llevaron al T-MEC (USMCA), los titulares se centraron en los aranceles a productos mexicanos, la migración y los discursos del expresidente Trump hacia México, mientras que la relación con Canadá recibió menos atención. Canadá ha adoptado históricamente una postura más discreta y diplomática en sus relaciones comerciales, lo que también ha contribuido a esta imagen de “olvido”. En 2024, las exportaciones de México hacia Canadá fueron de 18 mil 906 millones de dólares y en el primer bimestre de 2025 ascendieron a 2 mil 859 millones, las importaciones fueron de 12 mil 916 millones de dólares en 2024 y de mil 845 millones de dólares en el primer trimestre, es decir, mantenemos un superávit de aproximadamente 6 mil millones de dólares anuales.
Canadá y Estados Unidos tienen una relación comercial muy intensa e histórica que en muchos aspectos trasciende el TLCAN, lo cual a veces hace que su papel en el tratado trilateral se vea como menos conflictivo o noticioso. ¿Es justo llamarlo “olvidado”? Depende del enfoque, pero desde una perspectiva mediática, sí: Canadá ha recibido menos atención. Desde el punto de vista económico y político, no: Canadá ha sido un socio clave del tratado, con importantes sectores como el automotriz, agrícola y energético profundamente integrados a través del TLCAN y luego el T-MEC. Desde su firma en 1994, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) transformó radicalmente las relaciones económicas entre Estados Unidos, México y Canadá. Este acuerdo trilateral impulsó el comercio regional, la integración de cadenas productivas y la interdependencia económica. Sin embargo, a pesar de la profunda participación canadiense, la narrativa pública y mediática en torno al TLCAN ha tendido a enfocarse en las tensiones entre Estados Unidos y México, relegando a Canadá a un segundo plano. ¿Es Canadá verdaderamente el “socio olvidado” del TLCAN? Si bien Canadá ha sido un actor fundamental en el tratado, su bajo perfil diplomático y la falta de conflictos visibles han contribuido a su percepción como socio secundario, más que a una verdadera marginalización económica o política.
Uno de los factores clave que explican esta percepción es el enfoque mediático predominante en América del Norte. Durante más de dos décadas, los temas comerciales entre Estados Unidos y México —como el impacto del TLCAN en el empleo manufacturero estadounidense o las condiciones laborales mexicanas— han dominado el discurso público. El debate político estadounidense ha utilizado recurrentemente a México como punto de referencia para criticar el libre comercio, acusándolo de ser el principal beneficiario del tratado en detrimento de los trabajadores estadounidenses. Este enfoque ha invisibilizado muchas veces la profunda y silenciosa interdependencia comercial entre Estados Unidos y Canadá.
Canadá, por su parte, ha mantenido una postura diplomática moderada y pragmática. Sus estrategias de negociación han priorizado la estabilidad y el consenso, evitando confrontaciones públicas o rupturas bruscas, incluso en momentos de tensión, como durante las renegociaciones del TLCAN que culminaron en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Esta actitud, aunque efectiva en términos técnicos y de resultados, ha contribuido a una menor visibilidad en la narrativa pública y mediática.
En términos económicos, sin embargo, Canadá no puede considerarse un socio menor ni olvidado. El comercio entre Canadá y Estados Unidos supera, en varios años, al comercio entre Estados Unidos y México. Sectores estratégicos como la industria automotriz, la energía y la agricultura están profundamente integrados entre ambos países. Además, Canadá ha sido un defensor clave de mecanismos como los paneles de solución de controversias y normas ambientales, elementos que han contribuido a una mayor institucionalización del acuerdo.
Incluso durante las renegociaciones del TLCAN, Canadá jugó un papel determinante. Fue el último de los tres países en firmar el T-MEC, presionando para que se incluyeran cláusulas favorables sobre derechos laborales y medioambientales. Pese a su papel esencial, los focos de atención internacional se concentraron principalmente en las negociaciones bilaterales entre Washington y Ciudad de México, en parte por la retórica polarizadora del presidente Donald Trump.
Llamar a Canadá “el socio olvidado del TLCAN” refleja más una percepción mediática y política que una realidad económica o diplomática. Canadá ha sido, desde el inicio, un pilar fundamental del acuerdo, contribuyendo con estabilidad, regulación y volumen comercial. Sin embargo, su estilo negociador prudente, la ausencia de confrontaciones visibles y un menor protagonismo en los discursos políticos han contribuido a su invisibilización relativa. Reconocer su papel es fundamental para comprender la complejidad de las relaciones trilaterales en América del Norte y para valorar adecuadamente los equilibrios que sostienen este modelo regional de integración económica. Ahora, con el triunfo de los liberales en Canadá, con Mark Carney y su propuesta de profundizar la relación de América del Norte en un torno de respeto, podríamos observar una relación más intensa y obtener algunas redefiniciones en torno al tratado, es momento de reforzar el diálogo con Canadá, y convertirlo en un aliado estratégico.