Hace unos días me entrevistaron para un podcast en el que hablábamos sobre cómo gestionar equipos de trabajo. En un principio, la idea era no enfocarnos en temas de liderazgo, sino más bien en cómo conformar equipos.
Hablamos brevemente de diseño organizacional, selección de miembros y un poco de gestión, todo desde una perspectiva profesional.
Pero pronto la conversación se movió a un terreno ligeramente distinto, que si bien toca componentes de liderazgo, no está necesariamente relacionado con el liderazgo profesional o laboral, sino con una visión más bien humanista.
Y el tema no es menor. La semana pasada conversamos sobre el reporte 2025 de Gallup State of the Global Workplace (El trabajo al borde de la ruptura, abril 29, 2025), en el cual se advierte que el trabajo está al borde de la ruptura. El porcentaje de empleados comprometidos a nivel global cayó de un 23 % al 21 %, siendo el segmento más afectado el de la gerencia media y alta.
Esto tiene implicaciones económicas contundentes. Gallup estima pérdidas por 438,000 millones de dólares anuales en productividad a nivel mundial.
Los colaboradores —y particularmente quienes ocupan puestos gerenciales— están enfrentando retos laborales importantes que abarcan desde la productividad hasta la gestión de personas.
Pero quizá estamos olvidando lo que viven fuera de sus entornos profesionales, es decir, en sus ámbitos familiares y personales.
Damos por hecho que la revolución tecnológica y de inteligencia artificial garantizará el progreso humano. Sin embargo, estamos pasando por alto que, en términos generales, en menos de cinco años la mayoría de los profesionistas podríamos volvernos obsoletos.
¿Y qué estamos haciendo ante esto? Respondemos con ideas genéricas, vagas y poco útiles. Reconocemos la necesidad de que las personas se recapaciten y adquieran nuevas habilidades, pero no ofrecemos un camino claro para lograrlo.
¿Y exactamente cómo esperamos hacerlo? Los niveles académicos, productivos y de aprendizaje en nuestro país están entre los más bajos del mundo. Las capacidades cognitivas de niños y adultos parecen estar retrocediendo. Basta revisar cualquier prueba estandarizada para comprobar que nuestras habilidades matemáticas, de lecto-comprensión y de razonamiento lógico son insuficientes, sin importar la edad.
Si hoy no nos enfocamos decididamente en estos temas, en un plazo relativamente corto —10 o 15 años— el mercado laboral ya no estará al borde de la ruptura, como advierte Gallup, sino completamente quebrado.
El caso de Estados Unidos ofrece un espejo anticipado de lo que podría ocurrir. El llamado China shock —el ingreso masivo de productos chinos tras la apertura comercial— provocó la pérdida de millones de empleos manufactureros, especialmente en sectores intensivos en mano de obra como el textil y el mobiliario (The New York Times, “The ‘China Shock’ Offers a Lesson”, 11 de abril de 2025).
Regiones enteras quedaron devastadas: fábricas cerradas, comunidades sin alternativas productivas, trabajadores que no pudieron reubicarse ni capacitarse, y empleos nuevos que surgieron lejos de donde más se necesitaban. El resultado fue una caída abrupta en las tasas de empleo masculino, el deterioro del tejido social, y el aumento de adicciones, enfermedades mentales y muertes prematuras.
La lección no es únicamente sobre comercio: es sobre el costo humano de los cambios económicos acelerados sin redes de protección, inversión en educación o estrategias de recuperación local.
Las políticas públicas fallaron al suponer que los mercados laborales se adaptarían rápido y por sí solos. No lo hicieron. Y cuando las industrias colapsan de la noche a la mañana, generaciones enteras quedan atrapadas en empleos precarios o fuera del sistema productivo.
México, con su débil infraestructura educativa, baja productividad y movilidad social estancada, corre el riesgo de repetir esa historia a mayor escala y con menos recursos para enfrentarlo.
La revolución tecnológica y de inteligencia artificial puede convertirse en nuestro propio shock si no reconocemos que el verdadero reto no es la disrupción tecnológica en sí, sino nuestra nula preparación para enfrentarla.
En eso deberían estar pensando líderes y organizaciones cuando hablan de liderazgo y de gestión eficiente de equipos de trabajo.
El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.
Contacto: rogelio.segovia@thinktalent.mx