Repartidores y conductores —personas que prestan servicios a través de plataformas digitales de transporte— enfrentan una realidad que muchas veces no se refleja en los informes de escritorio: en su caso, hasta el 70 por ciento de los ingresos se destina a gastos operativos, lo que deja una utilidad del 30 por ciento. En contraste, entre repartidores, los gastos representan aproximadamente el 40 por ciento, permitiendo una utilidad cercana al 60 por ciento. Ante la inminente discusión sobre su estatus laboral y posibles nuevas obligaciones fiscales o de seguridad social, representantes del sector exigen que los datos reales sean el punto de partida para cualquier reforma.
“Pago gasolina, mantenimiento, llantas, el plan del celular… todo eso sale de lo que genero, pero no todo es utilidad”, explica uno de los conductores que participó en un estudio comunitario sobre los ingresos netos del gremio, solicitado por la Secretaría del Trabajo (STPS).
De acuerdo con los datos recabados por las propias comunidades que asistieron a las mesas de diálogo con la Secretaría del Trabajo, quienes laboran de tiempo completo —alrededor de 48 horas semanales— generan entre 30 y 35 mil pesos mensuales. Sin embargo, tras descontar los gastos operativos, su utilidad ronda entre 9 y 10 mil pesos. Esta cifra los ubica por encima del salario mínimo, lo que para muchos justificaría su incorporación al esquema de seguridad social.
“Nos parece justo que quienes están de tiempo completo puedan acceder a estos beneficios, pero no todos trabajamos igual. Hay quienes sólo se conectan los fines de semana y no tendría sentido cobrarles lo mismo, menos si no se descuentan los gastos”, aclaran.
Una de las preocupaciones centrales de los conductores es que los estudios oficiales o académicos no siempre reflejan la realidad del terreno. “Que se bajen del escritorio y se suban a un coche. Nosotros sí hicimos las cuentas. Lo que no se vale es que nos cobren impuestos sobre ingresos que no son utilidad”, advierten.
Desconfianza hacia sindicatos y académicos
Parte de las resistencias también apuntan hacia los llamados “sindipatos” y académicos que, desde su perspectiva, buscan inflar los ingresos netos para empujar modelos laborales tradicionales, donde las cuotas sindicales se vuelven una fuente de ingreso.
“Los sindicatos quieren que seamos empleados para cobrar sus cuotas, pero no les importa si eso nos deja con menos utilidad. Los verdaderos expertos somos quienes trabajamos todos los días. Esto no es teoría, son nuestros bolsillos”, denuncian.
Incluso, señalan posibles prácticas de extorsión en algunos intentos de sindicalización. “Hay zonas donde si no pagas, no puedes trabajar, o te cobran por ‘seguridad’. Eso no es representación, es abuso”.
La principal advertencia del gremio es clara: si la reforma ignora los datos reales de ingresos y gastos, el efecto será devastador para todos. “Si meten mano sin entender, van a romper los ingresos, los precios, el servicio. Eso es el reguero, los platos rotos los pagamos nosotros, los usuarios, los restaurantes… todos”.
Desde su perspectiva, una reforma viable debe considerar el ingreso neto real como base para cualquier cálculo fiscal o de seguridad social. “No pueden cobrarnos sobre dinero que no ganamos. Así no funcionan ni los negocios más básicos”, sostienen.
Ingreso justo, sí; pérdida de independencia, no
Más allá de los números, los conductores insisten en que su libertad laboral está en juego. “Nos preocupa que nos quiten la independencia. Si mis ingresos caen o si ya no puedo decidir cuándo y dónde trabajar, entonces estamos perdiendo lo más valioso de esta actividad”.
Para muchos, el debate no debe centrarse sólo en si son empleados o no, sino en cómo proteger su ingreso y autonomía sin distorsionar la economía de las plataformas. “Nosotros ya entregamos estudios. Si no nos quieren escuchar en las oficinas, nos van a tener que escuchar en las calles”, concluyen.