Con relación a los tiempos actuales el Día de las Madres bien podría cambiar de nombre, con toda justicia, al Día de las Personas Cuidadoras, para celebrar a abuelos, tías, hermanas y otras figuras familiares, en las que recae el trabajo de los cuidados infantiles, y de las que no sobra decir que asumen esta responsabilidad sin recibir una compensación económica ni reconocimiento formal.
Históricamente, el cuidado de los miembros más vulnerables de la familia ha sido una labor no remunerada, sostenida principalmente por mujeres. La insuficiente infraestructura de guarderías y estancias para adultos mayores ha generado una sobrecarga en las cuidadoras, afectando su bienestar físico, emocional y económico. En muchos casos, estas responsabilidades limitan sus oportunidades de desarrollo profesional y personal.
El trabajo no remunerado de cuidados y apoyo en el hogar representa una parte significativa de la economía mexicana. Según el INEGI, el valor económico de estas labores equivale a aproximadamente 26.3% del PIB nacional. Además, las mujeres son quienes realizan la mayor parte de este trabajo, aportando alrededor del 71.5% del total.
En México, las abuelas desempeñan un papel fundamental en el cuidado de los niños, para después paradójicamente, convertirse en receptoras de los cuidados por parte de algún familiar.
Según datos del INEGI, aproximadamente 55% de los niños de madres trabajadoras son cuidados por sus abuelas. Este escenario se invierte cuando los abuelos pierden autonomía debido a problemas de salud y su cuidado suele recaer en familiares cercanos, principalmente hijos e hijas.
Las guarderías y estancias para personas mayores son esenciales para aliviar la carga de las cuidadoras y garantizar el bienestar de quienes requieren atención. Sin embargo, la cobertura de estos servicios no alcanza para destensar las necesidades de los cuidados.
Las guarderías para menores, aunque insuficientes, están previstas entre las prestaciones que otorgan las empresas y los programas del estado a los trabajadores, pero no así las que se requieren para los adultos mayores, una población que cada vez es más grande en tamaño y en edad.
La inversión en infraestructura de cuidado permitiría una mayor equidad en la distribución de responsabilidades y fortalecería la economía al facilitar la participación laboral de quienes hoy están dedicados al cuidado no remunerado.
El Día de las Madres debe ser un llamado a reconocer y valorar el trabajo de quienes cuidan a las familias. Es fundamental impulsar políticas públicas y empresariales que garanticen el acceso a servicios de los cuidados y promover la corresponsabilidad social. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa para todas las cuidadoras.