Entrar, participar y salir en el momento justo de un negocio o hacerlo en un proceso de venta es, en sí misma, una de las cosas más complejas que puede existir en cualquier industria.
Piense en una venta idónea para su compañía. En el proceso de compra de un insumo crítico en un entorno de precios errático. O, mejor aún, visualicemos el momento de entrada óptimo para una inversión en bolsa o en determinado bien inmobiliario. Se tienen que alinear un montón de cosas y suceder en incuestionable sincronía para que afirmemos que gozamos de un ‘magnífico timing‘.
En su definición más utilizada, el ‘timing’ es una expresión utilizada en los negocios para enunciar el momento perfecto (elegido o simplemente emergido) para realizar una acción encontrando el máximo beneficio posible. No se trata de la ejecución en sí misma solamente (que debe ser exitosa) sino de la ventana de tiempo en la que se decide y se posibilita esa ejecución.
¿Qué debemos aprender a identificar cuando se quieren maximizar las posibilidades de cruzar una iniciativa con el ‘timing’ adecuado para su materialización? Aquí tres secretos para la reflexión:
1) La preparación tiene que encontrarse con la posibilidad.- Todo lector de esta columna sabe que construir conocimiento, desarrollar destreza y acreditar capacidad real para lo que sea solo se logra a partir de la constante e intencionada preparación intelectual, física, económica y emocional.
Pero además de la construcción de capacidades proporcionadas a la oportunidad que se aspira encontrar, se debe afinar el talento para leer las circunstancias en determinado espacio de mercado y la habilidad para ponderar los efectos de posibles decisiones propias y de terceros.
2) No hay ‘timing’ sin ‘momentum’.- Los negocios requieren de tracción constante. Las empresas son entes que reciben un impulso inicial, sí, pero que requieren incrementar la asiduamente la cantidad de movimiento de su engranaje en movimiento.
Lo semejante atrae a lo semejante y para que algo de mérito se presente como oportunidad para ti, normalmente te debe sorprender en el impulso adecuado o ganándolo a la velocidad idónea. En consecuencia, no es sólo la ventana de oportunidad, sino la tracción a la intensidad necesaria.
3) Hay iniciativas a las que les llega su momento.- No basta con proponer, argumentar, insistir o empujar una idea, proyecto o iniciativa. Ese algo, tiene que beneficiarse de un entorno en el cual tú o tu producto se vean como solución o recurso para algo o para alguien.
Cuando en los negocios se pregunta para quién es solución tu intervención o servicio, no sólo se hace desde la perspectiva comercial estricta, sino desde la mirada de los tiempos en los que algo puede emerger como adecuado y proporcionado para un problema que antes simplemente no lo era.
El factor temporal de los negocios es esencial para el éxito de cualquier proyecto, producto o iniciativa de servicio. Los tiempos, en todas las acepciones posibles del término, juegan en la ecuación de un éxito o en la explicación del fracaso.
Una ventana de tiempo siempre es relativa a la posición de quien la observa. Un día puede ser una eternidad para quien está en la posición idónea para aprovechar una oportunidad o puede ser un inhibidor para quien, por falta de preparación circunstancial, requiere de más horas o días para estar en real posición de juego competitivo.
Y hay que decirlo. El ‘timing’ de un proyecto no siempre se revela en minutos y segundos. Se tiene que aprender a sensarlo, a relativizarlo y a calcularlo con las métricas del estilo personal de quien se tiene enfrente. Y ese si es el secreto: para ponderar el ‘timing’ de un negocio bien se requiere considerarlo aunque muchas veces nadie lo mencione, ni lo contemple.