El sistema financiero mexicano, en específico la banca, se ha consolidado en uno de los mercados emergentes más atractivos a nivel mundial.
Según estadísticas del Fondo Monetario Internacional, la banca mexicana representa estabilidad en momentos de volatilidad, solo siendo rebasada por Turquía en donde las transacciones financieras son fluidas y altamente seguras.
Tanto en México como Turquía, específicamente Estambul, la convergencia del aumento de la penetración de internet, el uso generalizado de dispositivos móviles y una población joven han creado un terreno fértil para la innovación Fintech.
La creciente rentabilidad de la banca tradicional, combinada con la llegada de neobancos e Instituciones de Tecnología Financiera (FinTechs o ITF), ha impulsado la inclusión financiera en el país. Estas nuevas instituciones y/o aplicaciones que combinan las finanzas con la tecnología, han permitido que millones de personas, antes excluidas del sistema bancario, accedan a créditos y otros productos financieros.
Desde instituciones como Nubank, KLAR, Plata Card, Ualá; neobancos como HEY banco de BanRegio; hasta aplicaciones como Spin Premia de Oxxo y Cashi de Walmart; han demostrado el potencial de estos modelos digitales, ofreciendo créditos de manera rápida y sencilla.
En los últimos años, el uso de tarjetas de crédito en México ha crecido exponencialmente. Banxico reporta que en 2024 las operaciones realizadas con tarjetas de crédito crecieron en un 19% con respecto al 2023. Incluso hemos entrado en una “guerra de tasas” donde varios de estas Fintechs o Neobancos ofrecen un 17% en rendimiento de sus productos de captación.
Empresas como KLAR, Stori y Ualá reportan un crecimiento en sus cuentahabientes del 181%, 21% y 165% respectivamente. Sin embargo, este fenómeno también plantea riesgos significativos, especialmente el peligro del sobreendeudamiento. Es aquí donde la educación financiera juega un rol fundamental.
Muchas plataformas de finanzas digitales operan sin aplicar técnicas financieras adecuadas, priorizando la expansión sobre la sostenibilidad.
Como resultado, enfrentan dificultades para gestionar el riesgo de crédito y garantizar su viabilidad a largo plazo. Mientras que los grandes bancos como BBVA que reportó que el 66% de sus ganancias se generaron en México, la gran mayoría de las instituciones con modelos digitales reportan pérdidas. Ejemplos como NuBank con 991 mmdp de pérdidas en su primer trimestre del 2024 o KLAR con una pérdida de 30 millones de pesos en el mismo año.
Si bien el acceso a crédito ha sido clave para muchas personas y microempresas que antes no podían entrar al sistema financiero tradicional y las finanzas digitales han logrado reducir las barreras de acceso al crédito a poblaciones excluidas, también incrementando el riesgo de sobreendeudamiento, especialmente en un contexto donde la inflación y la posibilidad de una recesión crean una combinación peligrosa.
Según datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), en junio de 2024 el índice de morosidad ajustado en tarjetas de crédito alcanzó el 12.6 %, el nivel más alto en los últimos cinco años.
Además, a diferencia de los bancos tradicionales, muchas cuentas de productos de captación en estas instituciones de tecnología financiera no están protegidas por el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), dejando a los usuarios vulnerables o desprotegidos ante posibles crisis.
Gracias a la inclusión financiera digital, las poblaciones con menor educación financiera acceden a productos y servicios financieros complejos, lo que estimula el consumo. Según datos de la OCDE, en países latinoamericanos el consumo suele ser alto e inmediato, mientras que el ahorro es una práctica menos arraigada en comparación con otras regiones del mundo.
La falta de educación financiera contribuye a que muchas personas utilicen créditos sin comprender los costos asociados, lo que puede llevar a un endeudamiento insostenible. Sin una adecuada alfabetización financiera, el riesgo de caer en trampas de deuda aumenta considerablemente.
A medida que el mercado de las FinTech sigue creciendo, también lo hace la necesidad de regulación. En los últimos cinco años, se han invertido varios miles de millones de dólares en el desarrollo de este mercado en México.
El reto para nuestras instituciones es encontrar un equilibrio entre fomentar la innovación y garantizar la estabilidad financiera. Es fundamental que se implementen regulaciones que protejan a los consumidores y eviten riesgos sistémicos.
La creación de mecanismos de protección para los usuarios, asi como un plan de educacion financiera poblacional a largo plazo deben ser prioritarios.
Las FinTech han revolucionado el acceso al crédito y han permitido que millones de personas entren en el sistema financiero.
No obstante, sin una regulación adecuada y sin un esfuerzo por mejorar la educación financiera, el riesgo de sobreendeudamiento podría convertirse en una crisis. La clave para un crecimiento sostenible radica en encontrar el balance entre innovación, regulación y responsabilidad financiera.
Artículo elaborado en coautoría con Gerardo Enrique Kattan Rodríguez Profesor de Cátedra del Tecnológico de Monterrey y estudiante del Doctorado en Ciencias Administrativas.