La violencia generada por el crimen organizado no da tregua y afecta a todos los sectores de la población en México. En particular, los daños a las niñas, los niños y los adolescentes causan desesperación y parece que el problema está muy lejos de ser resuelto.
No hace mucho en redes sociales circuló un video de Eduardo, un niño de Culiacán, Sinaloa, que imploraba acciones contra la inseguridad, luego de que dos de sus amigos murieran en un ataque armado en contra del padre de los dos menores. Eduardo, como miles de niñas, niños y adolescentes, vive con miedo y aterrorizado de que algo le pueda ocurrir en la calle, casa o escuela.
Las cifras que hoy se tienen con relación a la violencia y la población infantil son indignantes. Se calcula que 752 menores de edad tuvieron una muerte violenta en 2023. De esas muertes, se estima que 75 por ciento está relacionado con el crimen organizado. Peor aún, de acuerdo con datos del Observatorio Nacional para la Prevención del Reclutamiento de Niñas, Niños y Adolescentes (ONPRENNA) de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), en los últimos años ha incrementado la participación de menores en las bandas criminales, sobre todo en labores de halconeo, extorsión, secuestro, homicidio y robo. Por otro lado, la organización civil Reinserta señala que hay al menos 30 mil niños, niñas y adolescentes reclutados por el crimen organizado en México.
El caso de José Daniel, un joven de 19 años reportado como desaparecido en Puebla, destapó una red de reclutamiento forzado que opera en Aguascalientes, donde lo detuvieron después de enfrentarse con la policía por marcarle el alto cuando conducía un auto sin placas. José Daniel dijo haberse incorporado a una red criminal por voluntad propia, pero que no le dijo a su familia para evitar problemas. La investigación arrojó que el joven fue obligado a trabajar en actos delictivos y tenía como encomienda reclutar a otros jóvenes de manera forzada.
Incluso los bebés corren peligro. Hace unos días se supo de René, un bebé de nueve meses que fue asesinado de un disparo en la cabeza durante un asalto armado, ocurrido en la carretera federal Ahuazotepec-Zacatlán, en Puebla. El menor viajaba con sus padres en un carro, cuando sujetos a bordo de una camioneta los persiguieron y, al no detenerse, les dispararon.
La situación es alarmante y exige su atención inmediata, ya que el asesinato de menores está creciendo. El Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó que la cifra creció 21% durante 2024: el año pasado se reportaron mil 93 crímenes de menores de edad, en comparación con 903 casos durante 2023.
Como se ve, es urgente proveer a las niñas, los niños y los adolescentes de nuestro país de un entorno seguro. Ya no es posible continuar con este clima de inseguridad que está vulnerando a las nuevas generaciones. En Early Institute —el único Think Tank mexicano de primera infancia— lamentamos que este tipo de casos siga en aumento y nos obliga a esforzarnos más por proteger a este grupo social. Las niñas, los niños y los adolescentes merecen todo el respeto a sus derechos y crecer en sitios que garanticen su pleno y sano desarrollo. Pongamos un alto a la violencia, exigiendo medidas integrales y planes de acción que involucren a las autoridades y a la sociedad, en general. De no actuar, estamos convencidos de que las consecuencias serán enormes.