Para entender la reacción de los mercados ante los aranceles recíprocos anunciados por Trump, tenemos que empezar por describirlos como una medida sin sentido desde el punto de vista económico, colocándolos en niveles que no se habían observado en Estados Unidos desde antes de que terminara la segunda guerra mundial. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, declaró que producirán un menor crecimiento y mayor inflación, por lo que no puede asegurar que bajará la tasa de interés en la próxima reunión del comité de Mercado Abierto del banco central en mayo.
En sus memos del 20 de enero y del 13 de febrero Trump solicitó al Representante Comercial (USTR) y a los departamentos de Comercio, Tesoro, Estado y Seguridad Nacional una gran cantidad de información para identificar las condiciones que han llevado a que Estados Unidos arrastre un déficit comercial desde 1975 -que a finales del 2024 superó los 1.2 billones (en español) de dólares- y revertirlo. La información recopilada incluye barreras no arancelarias, restricciones a la inversión extranjera, manejo del tipo de cambio, condiciones de seguridad para empresas extranjeras y el nivel de transparencia en negocios con empresas controladas por el gobierno local. Pero según informó el USTR, la fórmula para determinar los aranceles recíprocos se basa exclusivamente en el déficit con cada uno de los países con que comercia Estados Unidos.
Desde una perspectiva meramente económica, la fórmula puede ser válida si se aplica a un país, pero no a los 233 países y territorios con los que Estados Unidos tiene relaciones comerciales (aunque Rusia y Corea del Norte fueron excluidos). Hay efectos cruzados de demanda y otras consideraciones de equilibrio general que no se tomaron en cuenta, mientras que se asume que la elasticidad es la misma para todos los países y productos. Entre más países se incluyen en un análisis, requieres más parámetros, como los efectos sobre las exportaciones o sobre el tipo de cambio, y una fórmula tan simple como la que utilizó el USTR asume que todos los países tienen las mismas políticas comerciales hacia Estados Unidos.
También se puede argumentar que Estados Unidos ignoró la información sobre aranceles de la OMC, la que cuenta con el valor del arancel promedio total, del arancel promedio para bienes industriales y del arancel promedio para productos agrícolas para cada uno de sus 166 miembros, los que se consideran como cifras oficiales y que son muy inferiores a los que cita el propio Trump. Estos valores son claves si el objetivo era demostrar que otros países aplican prácticas discriminatorias en contra de los productos de Estados Unidos y el monto de los aranceles que deberían aplicarse para compensar el daño.
Por una parte, tiene sentido usar una fórmula sencilla cuando Trump y varios miembros del equipo que participó en estas discusiones -entre ellos Howard Lutnick, Scott Bessent, Jamieson Greer, Kevin Hassett y Peter Navarro- no son especialistas en política comercial y saben que contradecir a Trump les puede costar su trabajo. Pero por otra, deja en claro que las barreras no arancelarias recopiladas por el USTR, que el mismo Trump ha dicho son responsables de gran parte de la discriminación que sufren las exportaciones de Estados Unidos en muchos países alrededor del mundo, no fueron tomadas en cuenta, lo que es absurdo si el objetivo de estos aranceles es acabar con la discriminación en contra de las exportaciones estadounidenses.
Todo indica que a partir de esta semana el gobierno estadounidense iniciará pláticas con diversos gobiernos para reducir o eliminar los aranceles recíprocos. Sin embargo, en tanto que Trump prometió otros aranceles para el cobre, productos farmacéuticos, semi conductores y productos de madera, la incertidumbre continuará, lo que se deberá ver reflejado en los mercados financieros.
USTR es una dependencia muy pequeña y el personal técnico especializado es reducido, lo que generará cuellos de botella que retrasarán estas negociaciones y que se vuelve otra razón para adelantar la renegociación del TMEC. Parecería que ahora los obstáculos reportados en el Reporte sobre Barreras Comerciales del USTR, conocido como el reporte NTE que comentamos en este espacio la semana pasada, los usará Estados Unidos en estas negociaciones. Por cierto, si la fórmula se aplica a Canadá, resultaría en un arancel del 8% que se hubiera traducido en un 10%, mientras que para México, hubiera sido del 17%, que se habría convertido en 20%.