El 2025 estará marcado por una inestabilidad macroeconómica y geopolítica global. La incertidumbre, el aumento de costos y la implementación de nuevas dinámicas financieras en países claves, como el caso de Estados Unidos, generan un contexto inédito, al cual los sectores productivos de México deben adaptarse con rapidez. La industria bancaria no es la excepción y resulta crucial el diseño de estrategias que permitan seguir desarrollando negocios aún en este ambiente adverso.
Según un informe reciente de Deloitte, titulado “Perspectiva del sector bancario para 2025 en México”, el desafío fundamental de los bancos será lograr un crecimiento sostenible, a pesar de los vaivenes macroeconómicos en contra. Para lograrlo, los líderes de estas instituciones están obligados a tomar decisiones veloces que impulsen sus verticales de negocios, siendo la banca empresarial un segmento vital para potenciar en el país.
Si bien la Comisión Nacional Bancaria y de Valores de México informó que la “cartera a empresas” de los principales bancos del país, aún está por detrás de las alzas que tuvieron en ese mismo período segmentos relacionados con la “banca minorista”, como lo son “cartera de consumo” (18.2 por ciento) y “tarjeta de crédito” (14.9 por ciento). Sin embargo, los reportes indican que estas últimas fuentes de ingreso pueden ser menos confiables en los próximos años y por ese motivo expertos del sector aconsejan aumentar inversiones en otras categorías, como la corporativa.
La banca comercial en México tiene potencial de crecimiento, pero, al mismo tiempo, presenta desafíos por su poco desarrollo. Una muestra de esto es la fuente de financiamiento de las Pymes mexicanas, que representan el 90 por ciento de las empresas en el país y generan el 50 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Según el Banco de México, el 71.6 por ciento de ellas utilizaron algún tipo de financiamiento durante el tercer trimestre del 2024, pero solo el 27.1 por ciento de ese financiamiento vino de la “banca comercial”, muy por debajo del 57.4 por ciento otorgado por “proveedores de las propias Pymes”.
Estas cifras demuestran que hay oportunidades de crecimiento para la industria bancaria. Oportunidades que solo serán aprovechadas por aquellas compañías que sumen tecnología e innovación con el objetivo de facilitar la experiencia a este segmento de usuarios.
En ese sentido, uno de los principales problemas es la falta de digitalización y eficiencia en procesos importantes para los clientes, lo que ralentiza su experiencia y limita la competitividad del sector. En la mayoría de los casos, el onboarding sigue siendo físico y presencial, lo que genera demoras y dificulta la captación de nuevos clientes y que sería resuelto con un onboarding 100 por ciento digital.
En paralelo, la gestión de nómina se mantiene como una de las principales necesidades de las empresas, lo que obliga a la banca a ofrecer soluciones innovadoras, pero amigables y flexibles en este segmento. Algo que hoy no sucede.
Otro aspecto crítico es la ciberseguridad. Con el crecimiento de las operaciones digitales, los bancos deben reforzar sus sistemas de protección para garantizar transacciones seguras y evitar vulnerabilidades, sobre todo en estos casos con grandes volúmenes de información sensible.
Además, muchas instituciones aún no cuentan con aplicaciones móviles complementarias eficientes, lo que restringe el acceso a servicios y reduce la experiencia del usuario.
Para superar estos desafíos, el sector debe apostar por la transformación digital e incorporar tecnologías que permitan procesos más ágiles, personalizados y seguros. La omnicanalidad, la optimización del tiempo y la posibilidad de una mayor autogestión por parte de los clientes serán factores clave para el crecimiento de la banca empresarial en un mercado cada vez más exigente. Solo así se logrará potenciar este vertical que, sin dudas, será beneficioso para el modelo de negocios de los bancos mexicanos.