Dos notas deben ser destacadas de la aparición de Santiago Nieto en la mañanera del pasado 6 de febrero. La primera es la relevancia que, en sí, representa el hecho de que a un titular del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial se le dé tribuna en la conferencia de la presidenta Sheinbaum para hablar de patentes; la segunda, el contenido del mensaje, que claramente posiciona el tema de innovación y competitividad como prioritarios en este gobierno.
Algo tiene que haber de “mea culpa” ante el dato de que los mexicanos solo presentamos el 6.3% del total de solicitudes de patente tramitadas en el país en un año (alrededor de 16 mil). El número no solo no representa la capacidad que México tiene como economía 15 del mundo, sino que nos relega en todos los índices de innovación y nos exhibe como un país retrasado tecnológicamente. En este desastre todos hemos fallado. La iniciativa privada, por no enfocar recursos y estrategias a la generación de nuevas soluciones técnicas en sus industrias; el sector público, por no facilitar fondos y programas de apoyo a la innovación; y los propios inventores e investigadores, al alejarse del sistema de patentes como vía jurídica eficaz para la construcción de ventajas competitivas exclusivas.
La intención de Nieto de reorientar los esfuerzos puede tener un amplio impacto en el mediano plazo, si se logran alinear las estrategias. El primer paso, como lo señala, reside en que la autoridad mejore los tiempos y condiciones para el trámite de patentes para abatir el rezago y reducir los tiempos de tramitación, que hoy consumen 4 años en promedio. Una patente concedida es el anzuelo que permite atraer inversionistas a proyectos de base tecnológica, por lo que su concesión en plazos breves y la eficacia del sistema de combate a la piratería son fundamentales en el plan de detonar en nuestro país sus fortalezas para la innovación.
Para ese objetivo, la expansión de nuestra plataforma de examinadores de las solicitudes es el cuello de botella que se debe romper para construir un ecosistema eficiente de innovación. Si comparamos el número de analistas con que cuenta el IMPI frente a oficinas con grandes volúmenes, es claro nuestro déficit y la necesidad de resolverlo. En este tema, la curva de aprendizaje para desarrollar examinadores es muy larga y se cruza con el desvío de esos recursos hacia la iniciativa privada, que demanda permanentemente especialistas para realizar búsquedas, redacción e inteligencia de patentes.
En ese sentido, la propuesta de Santiago Nieto de acercarse al Sistema Nacional de Investigadores para acelerar el examen de las solicitudes pendientes de estudio tiene un doble efecto positivo. Por una parte, para contar con una base ampliada de expertos en una amplia variedad de temas de vanguardia tecnológica que las patentes exigen para su estudio y, en segunda instancia y tal vez de mayor relevancia, lograr una indispensable conexión entre los mejores investigadores de México y el sistema de propiedad intelectual, que ha sido una asignatura olvidada.
Si a esta importante pieza del sistema —lograr patentes con mayor calidad y rapidez— agregamos ingredientes como la facilitación de la gestión para impulsar nuevas empresas de base tecnológica, y creamos puentes entre los innovadores y la industria, podemos empezar a pensar en los emprendedores mexicanos como dueños de propiedad intelectual de clase mundial. En otras áreas, como el patrimonio cultural inmaterial de las comunidades indígenas, ya tenemos los activos y solo falta impulsar su estructuración y despliegue para empezar a cambiar el enfoque y los resultados.