Los anuncios de las medidas proteccionistas del presidente Trump para todo el mundo, han generado una enorme disrupción en la economía mundial. Sus efectos previsibles son, por una parte, la detonación de una mayor inflación, y por la otra la contracción del comercio internacional y la caída en la actividad productiva.
La guerra de aranceles generará un incremento en los precios de los productos finales, y de los insumos y componentes. La mayoría de los analistas están revisando al alza sus pronósticos de inflación. El temor de los banqueros centrales es que este fenómeno genere una inflación más permanente, y no de un solo golpe, ante los profundos cambios que están ocurriendo en las cadenas de suministro en todo el mundo, que no estarán exentos de ineficiencias y de cuellos de botella.
Pero, por otra parte, la irracionalidad de las medidas de Trump en el comercio y en la geopolítica están provocando una enorme incertidumbre y una caída en el gasto de inversión en todo el mundo, lo que forzosamente se va a traducir en una importante desaceleración de la actividad económica, e inclusive con efectos recesivos en varias economías.
Ante estos hechos, los mercados financieros internacionales han marcado una tendencia a la baja en los precios de las acciones, de las materias primas, y particularmente en el valor de las criptomonedas, en el de los bonos del Tesoro y en el dólar, que claramente no están actuando como activos de refugio. En contra de esto hemos visto alzas importantes en los precios de los metales preciosos y en el resto de las divisas.
El disparo del oro hasta alcanzar nuevos récords históricos por arriba de los 3,200 dólares por onza, se ha visto impulsado por fuertes compras que se observan en las subastas diarias, una señal de que los principales actores del mercado siguen aumentando sus tenencias incluso a precios récord. Los bancos centrales han sido un factor clave para esta tendencia.
En materia de política monetaria los bancos centrales están ante un dilema, sobre todo los que tienen un doble mandato como la Reserva Federal, que por un lado tienen que velar por la estabilidad de precios y por el otro, tienen que procurar el pleno empleo, y el crecimiento económico. Ante todo esto, en Bursamétrica prevemos decisiones divergentes de los bancos centrales.
Estamos empezando a ver las decisiones de política monetaria de varios bancos. La semana pasada, el Banco Central de Nueva Zelanda redujo su tasa de referencia por quinta ocasión consecutiva, al igual que India y Filipinas que también redujeron sus tasas. Kenia recortó su tasa de interés clave más de lo previsto ante el aumento de los riesgos geopolíticos derivados de los aranceles. Por su parte, los bancos centrales de Israel, Rumania, Kazajistán, Perú y Serbia mantuvieron estables las tasas de interés. Uruguay en contraposición subió las tasas por los temores inflacionarios de los aranceles.
Esta semana tendremos las reuniones programadas de varios bancos centrales como el Banco Central del Euro y el de Canadá, Corea del Sur y Turquía. En el caso del Banco Europeo el escenario más probable es que se decida reducir la tasa de referencia en 25 puntos base ante la debilidad económica y la fortaleza del euro.
Los miembros del Board del Banco de Canadá podrían incrementar la tasa de referencia para protegerse contra el potencial impacto inflacionario de una batalla arancelaria en curso con EU, aunque los aranceles de Trump ya están perjudicando la inversión empresarial y el gasto del consumidor. Los datos sobre precios al consumidor que se publicarán el martes podrían ser determinantes.
El banco central de Egipto podría iniciar esta semana un ciclo de bajas en la tasa de referencia. Tras una desaceleración de la inflación, la tasa de interés real del país se sitúa en torno al 15%, una de las más altas del mundo. El banco central de Ucrania también anunciará su decisión después de aumentar su referencia en 100 puntos base hace un mes.
Para la Reserva Federal, los mercados están descontando cuatro rebajas en el objetivo de la tasa de Fondos Federales, mientras que en la última proyección de la nube de puntos de los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto, estiman dos reducciones.
En México, aún hay un amplio margen para reducir la tasa de referencia que en términos nominales se encuentra en 9% anual y 5% real anual. Los últimos datos de inflación muestran un nivel dentro del objetivo, pero con una tendencia alcista en la inflación subyacente. Aunque Banxico solo tiene el mandato de la estabilidad de precios, la debilidad económica le puede permitir bajar las tasas pero su espacio de flexibilización se está reduciendo rápidamente ante la posibilidad de una mayor inflación importada por las políticas proteccionistas de Trump.