Guy Montag es un bombero que tiene la labor de quemar libros. En esa sociedad de la novela Fahrenheit 451 (1953), los bomberos en lugar de apagar incendios, los provocan. Su misión es quemar libros, pues estos son considerados peligrosos porque hacen pensar, generan conflicto e incitan al cuestionamiento del estado de las cosas; como cualquier información libre de censura.
Montag prende fuego a los textos sin interrogantes. Empieza a reflexionar hasta que conoce a Clarisse, una joven que le hace preguntas sobre su vida. A partir de ese encuentro y otros sucesos, el protagonista del relato de Ray Bradbury cuestiona su entorno y a sí mismo. Se da cuenta de que vive en una sociedad vacía, donde las personas ya no piensan ni sienten profundamente. Todo esto a causa de la prohibición de los libros.
Resaltan dos diferencias principales respecto al control de la información que se hace en la ciudad ficticia de Bradbury y el México de hoy: 1. La atención a los contenidos difundidos por radio y televisión y 2. La existencia de plataformas digitales.
Ambos, son aspectos tomados en cuenta en la propuesta de la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión que fue avalada en comisiones del Senado la semana pasada, y que pretendía ser aprobada en fast track por ambas cámaras legisladoras en la semana que recién comienza.
Y es que, con el argumento de evitar la difusión de mensajes provenientes del extranjero que discriminen a la población nacional, se presentó esta iniciativa que buscaba regular todo el espectro de radio y telecomunicación; incluyendo redes sociales, concesiones, plataformas digitales y demás. Escribo buscaba, porque apenas el viernes en la noche se confirmó el retiro del dictamen.
Aunque el móvil de esta iniciativa fueron spots antinmigrantes del gobierno de Estados Unidos que se difundieron en televisión abierta mexicana, la redacción de la ley incluía aspectos adicionales. Por supuesto, está aquella que responde a lo último comentado, pues formula la prohibición de la contratación y transmisión de propaganda política e ideológica de gobiernos, entidades o personas extranjeras, permitiendo únicamente la promoción turística y cultural. Se establecía que dichos contenidos extranjeros debían contar con la autorización de la Secretaría de Gobernación (SEGOB) y ser revisados 15 días hábiles antes de su transmisión. Sin embargo, se agregaron varios aspectos más.
A pesar de la vaguedad en su redacción, en la ley telecom se incluyen las tareas de la Agencia Digital. Ésta, con la desaparición del Institutito Federal de Telecomunicaciones, concentra las atribuciones que dicho organismo autónomo solía tener, así como aquellas de la SEGOB y la Secretaría de Comunicaciones. Entre las muchas facultades de la Agencia, se contemplaba también el desarrollo de los lineamientos secundarios faltantes en el proyecto de ley que fue avalado en las comisiones de la Cámara Alta.
Ahora, en equivalencia al segundo punto diferenciador entre la sociedad de Bradbury y México, la Ley de Telecomunicaciones planteaba la posibilidad de que el gobierno federal bloquee el uso de plataformas digitales. Es decir que, adicional a que esa agencia del propio gobierno contaría con la facultad de interrumpir el funcionamiento de plataformas, ella misma sería la encargada de establecer los lineamientos para realizarlo. Algo que, al igual que la quema de libros, atenta contra la libertad de expresión y representa un riesgo de censura.
Después del llamado de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien pidió a los legisladores abrir un periodo de análisis de la nueva ley; Adán Augusto López, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, anunció que solicitará el retiro del dictamen para abrir un espacio de escucha con sectores involucrados, principalmente por la redacción del artículo 109: ese que plantea el bloqueo de plataformas digitales y redes sociales.
El personaje de Guy cambia por Adán Augusto y el de Clarisse por Claudia. Tras el intento de controlar las publicaciones, esperemos que sea la información la que termine por quemar la iniciativa por completo.