México se ubica entre los 10 principales mercados con certificación de edificios LEED a nivel global, señal del avance de las acciones que el mercado inmobiliario hace para atender la descarbonización.
El avance LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) registra un total de 2.2 millones de m2 de inmuebles certificados por su diseño, prácticas de menor consumo energético y uso de materiales renovables para una industria que genera 41 por ciento de las emisiones contaminantes en América Latina.
Son acciones orientadas hacia una mayor regulación y el acceso a mecanismos financieros, que dejaron la buena voluntad y ahora benefician a desarrolladores por sus buenas prácticas.
Actualmente, México es parte de la adopción del sello LEED V5. En un programa piloto que se dará a conocer en agosto próximo y en el que se incorporaron Torre Diana/Platino y una nave industrial de Tlanepark IV, ambos propiedad de Fibra Uno.
En el proceso también destaca la nueva estructura de uso de materiales en la edificación, con lo cual, el cemento, acero y madera son factor de cambio.
Sólo la madera, valorada por su por su alternativa estética y sustentable, hará que en el 2050 el consumo crezca 4 veces hacia 2050, con una tasa actual de crecimiento anual de 10 por ciento.
La nueva perspectiva en la edificación remite a la resiliencia y descarbonización dado el nivel de desafíos que enfrentan los inmuebles ante el deterioro del medio ambiente.
El estudio El punto de inflexión climático, riesgo climático, riesgo, resiliencia y adaptación, de JLL, señala que sólo en Estados Unidos están en riesgo bienes raíces por un total de mil millones de dólares, producto de las inundaciones costeras.
El análisis señala 40 ciudades expuestas al riesgo climático, donde figuran Ciudad de México (CDMX), Guadalajara, Querétaro y Monterrey, con niveles distintos de posiciones por su riesgo climático ante fenómenos como inundaciones, calor, huracanes, sequía e incendios forestales.
A pesar de que las emisiones generadas por la industria en América Latina tienen un porcentaje menor por sector, equivalente a 44 por ciento, en comparación con el 60 por ciento que impacta a nivel global, el riesgo y desafío se mantiene.
Un indicador importante sobre la descarbonización de las ciudades y los activos inmobiliarios es la participación que en la materia tienen Santiago de Chile, Buenos Aires, Río de Janeiro y en posiciones posteriores figuran Monterrey, Guadalajara, CDMX, respecto al peso que lideran en la escena mundial Amsterdam, Tokio, Londres, París y Washington.
Si bien como generadores de contaminación, las emisiones del tráfico representan una gran parte de las emisiones en América Latina, la firma considera que la construcción nueva, necesaria en las próximas décadas, hace que las emisiones de los edificios aumenten con el tiempo y, por lo tanto, se conviertan en un problema inminente.
El documento refiere también un sondeo de S&P Global en el que 90 por ceinto de las empresas más grandes en el mundo cuenta al menos con un activo inmobiliario expuesto financieramente a riesgo climático en 2050.
En este sentido, el hecho de que sólo una de cada cinco empresas tenga un plan para adaptarse a los riesgos físicos del cambio climático, le convierte en un punto ciego.
Por su parte, el informe Descarbonización del Entorno Construido de JLL, encontró que 78 por ciento de los inversionistas y 83 por ciento de los ocupantes identifican al riesgo climático como un riesgo financiero, mientras PwC identificó en 2023 que sólo 23 por ciento de los ejecutivos planean interrupciones en los 12 a 18 meses posteriores.
En consecuencia, el desafío se enfoca en cómo resolver el costo y acceso a datos para determinar estrategias de riesgo climático.
Por ello, la existencia de ciudades resilientes preparadas para adaptarse a dicho cambio es una condición para mitigar el riesgo en la industria.Ante amenazas evidentes como inundaciones, aumento de temperatura, huracanes, sequía, incendios forestales y el aumento en el nivel del mar ejemplifica cómo edificios resilientes abren soluciones futuras.
Sólo sobre el aumento en el nivel del mar destaca cómo la península de Yucatán promueve la conservación y restauración de humedales y barreras de manglares como barreras naturales que evitan la erosión costera, así como sumideros de carbono y barreras contra tormentas y tsunamis.
Son todos datos reveladores del entorno climático que navega la industria inmobiliaria y en el que llegar a buen puerto requiere de consideraciones profundas en las políticas de propietarios, inversionistas, desarrolladores, inquilinos y autoridades.