No habían pasado ni 24 horas de que Donald Trump presentara sus mal llamados “aranceles recíprocos” a todo el planeta y ya Claudia Sheinbaum le tenía una contundente respuesta: un plan con 18 puntos para fortalecer a la economía mexicana. Lo que se mostró ante la ciudadanía fue una presidenta que acciona y reacciona, quien está preparada para mover sus piezas apenas el rival haya terminado de desplazar la suya sobre el tablero.
El misterio es si quien ejerce formalmente el Poder Ejecutivo busca engañar o se engaña a sí misma. Las propuestas, una continuación del llamado Plan México que tanto le gusta citar a Sheinbaum (del Plan Nacional de Desarrollo presentado en febrero al parecer no se acuerda ni ella), es un combinando que tiene de chile, dulce y manteca. De todo, esto es, excepto de comercio exterior, aranceles y respuesta a las acciones del inquilino de la Casa Blanca.
Porque un problema al parecer se desvanece cuando no se le menciona. Los aranceles serán un golpe brutal a la industria automotriz mexicana, que significa alrededor de 4.7 por ciento del PIB y 900 mil empleos directos con salarios relativamente elevados (aunque bajísimos comparados con Estados Unidos). Este sector brilla por completo por su ausencia entre los 18 puntos de Sheinbaum. Sí hay una mención automotriz en el plan presidencial, pero estableciendo que para 2027 se producirán 10 mil coches “Olinia” (“estar en movimiento”, en náhuatl) y 25 mil al año siguiente.
Ya con seis meses en el cargo, el estilo personal de Sheinbaum se afianza. La clave es presentar una realidad alterna, un país de fantasía tanto del presente, por supuesto feliz resultado del extraordinario gobierno del Licenciado que la precedió en el cargo, como de ese fantástico futuro que espera a México gracias a la segunda parte de la llamada 4T.
Siempre hay datos disponibles para argumentar que México va de maravilla. La primera lámina del plan presentado por Sheinbaum establece que hay 22.465 millones de trabajadores afiliados en el IMSS y presume que es una cifra “máxima para un mes de marzo”. El detalle que omite mencionar es que ese nivel muestra 280 mil empleos menos que los registrados en el verdadero máximo histórico de ese indicador, en noviembre de 2024. ¿Para qué hablar de la fuerte desaceleración de la economía cuando se pueden presumir, como lo hace, las reservas internacionales del Banco de México?
Mientras que la posibilidad de una recesión se acrecienta, y más con las medidas trumpistas, Sheinbaum ofrece que durante su sexenio aumentará notablemente la producción nacional de maíz, frijol, leche y arroz. También que subirá la correspondiente a combustibles, siempre con esa meta tan inalcanzable como financieramente ruinosa que es la autosuficiencia en materia de gasolinas, otro de los sueños guajiros del licenciado que la doctora no quiere o no puede dejar atrás, por más pérdidas millonarias que traiga para Pemex y el país.
La imagen que le encanta proyectar a Sheinbaum Pardo es una de inteligencia, estrategia y sangre fría, de una dura negociadora que incluso ha merecido reconocimiento de su propio par estadounidense. La realidad es que México está contra la pared y la presidenta hace lo mejor que puede sin desviarse del curso que le traza en forma implacable Donald Trump. Pero al mismo tiempo finge que tiene una serie de planes y propuestas para fortalecer a la economía nacional. Lo que no es claro es si busca engañar o si se está engañando a sí misma.