¿Qué país puede superar una oferta como la que hizo ayer el presidente Donald Trump a inversionistas en Davos? ¿Es posible que la presidenta Claudia Sheinbaum tenga una mejor?
Esa villa suiza recibe esta semana la Reunión Anual del Foro Económico Mundial, un encuentro que suele reunir a personajes poderosos, pero que de a poco pierde brillo por su convocatoria a una audiencia de líderes de negocios conservadores.
A ellos, Trump les dijo: “El mundo es muy simple. Ven a fabricar tu producto en Estados Unidos y te daremos unos de los impuestos más bajos de cualquier nación en la Tierra. Los estamos reduciendo de manera muy sustancial, incluso con respecto a los recortes de impuestos originales de (Donald) Trump”.
La tasa bajó del 35 por ciento al 21 por ciento casi tan pronto como llegó a la Casa Blanca durante su gestión anterior.
La intención que ha comunicado recientemente es la de bajarla al 15 por ciento. En México, la tasa corporativa de Impuesto Sobre la Renta es del 30 por ciento. Lo anterior, en una lógica de “fabricación de productos”.
Si Trump consigue su propósito, sí llamará la atención de una comunidad de empresarias y empresarios de negocios tradicionales de márgenes bajos, como el automotriz.
¿Pero qué hay de la nueva economía? ¿Han visto a esos personajes que han convertido el barrio de la Roma-Condesa en una nueva Babilonia?
Tal vez no hablen sumerio, acadio o arameo. Pero es fácil escuchar el idioma inglés, el chino, el italiano, el francés y claro, el español, pero en montones de acentos.
¿Qué les atrae a esos individuos para vivir en la Ciudad de México más allá de la belleza que atesora la capital? Hablemos del “RESICO”, el Régimen Simplificado de Confianza que el gobierno ofrece a quienes cobran individualmente menos de 3.5 millones de pesos anuales por sus servicios independientes. Pagan una tasa que va del 1 al 2.5 por ciento sobre su facturación.
Vaya, el pago es de apenas 85 mil pesos anuales para quien tiene los más altos ingresos.
En Estados Unidos, un trabajador independiente o en “outsourcing” podría pagar una tasa cuatro veces más alta en esas mismas condiciones.
Pausa. Entiendo la diferencia entre atraer a inversionistas de empresas multinacionales, que es lo pretendido por Trump, y llamar la atención de individuos que no tienen una compañía.
La clave está en entender esta generación. Trump, un hombre de edad avanzada que comprende la economía más tradicional, quizás imagina la escena de fábricas llegando a las comunidades de su país con obreros potencialmente felices, entrando uniformados por la puerta de atrás.
Es factible que pueda conseguir ese tipo de inversiones bajo la lógica de su discurso de ayer.
Pero tal vez, bajo esa narrativa no meterá a su país en la dinámica de las “Nuevas arenas de competencia”, catalogadas así al cierre del año pasado en un informe de Mckinsey, la enorme consultora estadounidense.
Las llama así porque son nuevos centros de “combate” para los negocios que dependen más de servicios que bien pueden ser ofrecidos de manera remota y que por la novedad de sus actividades, enfrentan poca competencia y es posible cobrar mejores precios, elevar la ganancia y pagar más a los proveedores.
Piensen en gente útil en materia de análisis de datos de biotecnología; en ciberseguridad, comercio electrónico, software y servicios de inteligencia artificial, servicios en la nube, videojuegos. Vaya, hasta en publicidad digital que hoy los bombardea.
Buena parte de quienes trabajan y trabajarán en esos campos pueden hacerlo desde México.
“Hemos identificado 18 posibles áreas del futuro que podrían transformar la economía global, generando entre 29 y 48 billones de dólares en ingresos para 2040”, expuso McKinsey para poner número a su impacto.
Claro, no son notorios en una ciudad porque no implican la construcción de una “planta” en la que el gobernador cortó el listón, pero es una comunidad que bien podría estar ya repartiendo millones a dueños de viviendas, restauranteros, hoteleros e inversionistas inmobiliarios.
Conozco a muchos de ellos, por eso puedo decirles que una plática común está en el atractivo del esquema de RESICO. Y sí, la presidenta Claudia Sheinbaum ya cuenta con esa arma, por si quiere difundirla en Davos o en donde sea.