Si bien es cierto que siempre transitamos por un mundo incierto, y hay más interrogantes que certezas, en el contexto actual y frente al temperamento estridente y sorpresivo del presidente del país más poderoso, la incertidumbre sobre las políticas económicas se ha tornado excepcional, inclusive mayor a la que se observó en la crisis financiera del 2008-2009 y en la pandemia. En ese tenor, esta semana han emergido una serie de escenarios que esbozan la posible trayectoria de la economía global, la de Estados Unidos y la de México.
Comenzando con la OCDE, el organismo revisó su escenario económico para el mundo a la baja de 3.3 por ciento a 3.1 por ciento por la guerra comercial que ha iniciado Estados Unidos. Llama mucho la atención que su pronóstico para Estados Unidos lo revisa modestamente a la baja de 2.4 a 2.2 por ciento sin prever un impacto importante como consecuencia de la imposición de tarifas. Para México el impacto es mayúsculo, pues estima una contracción en el PIB de nuestro país del 1.3 por ciento para este año y de 0.6 por ciento para el 2026, siendo una reducción en el crecimiento económico de manera prolongada, semejante en duración a la de la pandemia, aunque significativamente menos profunda.
Si bien es cierto que existe una asimetría importante entre la economía americana y la mexicana, es posible estimar que el resultado final para Estados Unidos podría ser mayor que el que está pronosticando la OCDE, no solo porque para la principal economía del mundo, el 78 por ciento proviene del consumo de bienes y servicios (cuya oferta de productos ahora sufrirá un choque), sino porque, considerando que los aranceles permanezcan en el tiempo, los países en respuesta, impondrán tarifas compensatorias. Estados Unidos hace muchos años dejó de ser un país primordialmente manufacturero, el regresar las plantas productivas con altos costos y procesos productivos ineficientes, traerá algo más que solo 20 puntos base de menor dinamismo en la actividad económica. Sin embargo, aunque de momento es muy complejo determinar con buen grado de certeza la trayectoria que podrían seguir el crecimiento en el PIB y la inflación, se estima que la economía perderá cierto dinamismo.
Las revisiones a la baja sobre el producto, dependerán de la dinámica comercial, y el impacto en el entorno inflacionario. En un par de semanas sabremos con mayor detalle la imposición y posterior renegociación de las tarifas asimétricas, que será ingrediente clave para trazar un escenario económico más confiable para Estados Unidos, México y el mundo.
Sin embargo, al considerar los indicadores adelantados publicados a la fecha, la Fed de Atlanta estima que la economía americana pudo haber retrocedido 1.8 por ciento en el primer trimestre del año.
En ese tenor, la Reserva Federal comenzó a anticiparse pues en su reunión de política monetaria redujo su estimado de crecimiento de 2.1 a 1.7 por ciento para este año y de 2.0 a 1.8 por ciento en 2026. En tanto para la inflación PCE las estimaciones se incrementaron de 2.5 a 2.7 por ciento. El presidente de la Fed, Jerome Powell, señaló que el cambio en el escenario económico es el resultado de la incorporación de algunos efectos de los aranceles. Además en su conferencia de prensa, destacó que la administración de Trump está dando un viraje considerable en cuatro ejes torales, como lo son el comercio internacional, la migración, la política fiscal y el marco regulatorio. Son tantos cambios y en diversas aristas que destacó que la Fed actuará con prudencia y paciencia para ver el efecto neto de estos cambios en la economía y en los precios.
A pesar de que hasta el momento nadie ha incorporado un escenario recesivo o de estanflación para Estados Unidos, y las revisiones a la baja en el producto parecen ser moderadas, los ajustes en direcciones contrarias en crecimiento económico y en la inflación no son bien recibidas y ponen en evidencia los riesgos inherentes ante la coyuntura actual.