Cuarenta años. Finalmente hay un plan a largo plazo. El gobierno anunció ayer un proyecto que representa un ‘volantazo’. No abandona la economía del siglo XIX, la de los trenes y el petróleo, pero enfila a los mexicanos hacia la de este año y lo que viene: producir chips.
“Se aprovechará la experiencia científica mexicana que será desarrollada a lo largo de cuatro décadas para, en una primera instancia, proporcionar soluciones para el mercado local y global en la industria automotriz, de electrodomésticos, equipos médicos, entre otros dispositivos estratégicos para el país”, comunicó el coordinador nacional del nuevo Proyecto de Semiconductores y director general de Innovación Bienestar de México, Edmundo Gutiérrez Domínguez, dentro de un boletín de la Presidencia.
Los mexicanos entraron oficialmente a una larga carrera de proveeduría de tecnología y comenzarán con el diseño de estos dispositivos, rápidamente.
¿Se van a meter en esa complicada cosa? ¿Por qué? Hay varias respuestas, pero desde el puro ambiente de negocios, existe una razón: los chips se venden mucho, cada vez más y dejan tremendas ganancias.
El más visible diseñador de chips en el mundo es Nvidia. Por cada 100 dólares que cobra, obtiene 75 dólares de utilidad bruta. Comparen: la petrolera Exxon Mobil, 15 dólares y Ford, apenas 8 dólares.
Una empresa con mayores ganancias puede pagar más para obtener el mejor talento. En esta era, las automotrices y crecientemente las petroleras, al contrario, quieren reducir costos.
Los mexicanos ya saben de petróleo y coches. Conviene orientar el país hacia una industria creciente y en auge.
¿Cuarenta años son muchos? Claro. Es el plazo que suelen usar los chinos para establecer una trayectoria. ¿Alguien duda hoy de la efectividad que tuvieron sus planes del siglo pasado?
Se llama ‘Kutsari’ el nuevo proyecto de un Centro Nacional de Diseño de Semiconductores anunciado ayer y sí comenzará pronto con los semiconductores más ‘sencillos’, aquellos que tienen un tamaño medido en centímetros, como los que usan los coches.
En realidad, los mexicanos comenzaron antes a diseñar estos dispositivos. En una zona semidesértica de Guadalajara, frente al kartódromo de ‘Checo’ Pérez, la estadounidense Intel instaló un centro de diseño de chips, cuya historia comenzó hace 25 años.
Y atrás del Popocatépetl que se ve desde la Ciudad de México, en Puebla, hay un cerrito en Tonanzintla, en donde se ubica el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica.
Este INAOE, del CINVESTAV, es reconocido por el Banco Interamericano de Desarrollo como parte de las fortalezas de México para la misión de adentrarse a la industria de semiconductores. Tiene relaciones comerciales con empresas claves de la cadena, y pueden dirigir esfuerzos de investigación a nichos relevantes para México.
Ojo, el BID pretende financiar proyectos productivos para esta tecnología y de acuerdo con lo comunicado ayer por el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, en 2026 definirá el modelo de una empresa pública, privada o “mixta” para construir una fábrica que podría consolidarse en 2029.
Es la hora de mostrar cartas, presidenta. Se necesitará dinero y su gobierno debe definir si su legado será el de un tren más o el del cambio del destino nacional.
Entrar a las grandes ligas es caro. Estados Unidos con su Ley CHIPS firmada por el presidente Joe Biden en 2022, asignó 52 mil 700 millones de dólares para la investigación, desarrollo y fabricación de semiconductores. Más o menos es lo que gastamos en la refinería de Tabasco, el Tren Maya y el Corredor Interoceánico, durante el sexenio pasado .
La Unión Europea seleccionó la iniciativa PIXEurope para liderar una línea piloto europea de chips fotónicos, con una inversión cercana a los 400 millones de euros y China prepara una inversión de 36 mil millones de euros para impulsar su sector tecnológico y reducir su dependencia en semiconductores.
En México falta el dinero, porque semillas para el talento sí hay. Le acompañan, presidenta, el director del INAOE, David Sánchez de la Llave, y el del Cinvestav, Alberto Sánchez Hernández, un experto en física de hadrones. Que empiece la cuenta de años, corre tiempo.