La relación entre EU y México es una de las más complejas y multifacéticas del mundo. Con una frontera compartida de más de 3 mil kilómetros, una historia entrelazada y una profunda interdependencia económica, social y cultural, EU y México se necesitan mutuamente.
En este sentido, resulta innegable que para Estados Unidos, fomentar y mantener una relación sólida y constructiva con México es una cuestión de interés y seguridad nacional.
Desde el punto de vista económico, México es uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos. En 2024, nuestro país fue por segundo año consecutivo el principal socio comercial de EU con una derrama económica de 839 mil 892 millones de dólares, según datos de la Oficina de Censos de EU. Además, México fue el segundo destino de las exportaciones de EU con 16.2 por ciento del total, solamente por debajo de Canadá, que tuvo una participación de 16.9 por ciento. Entre México, EU y Canadá, la región de Norteamérica se consolidó como el mercado global más dinámico, con un flujo de 1.6 billones de dólares el año pasado.
Sin embargo, en cuestión de semanas y con una caótica “doctrina” económica que amedrenta y acorrala a sus mismos socios y que no distingue entre aliados y rivales, el presidente Donald Trump ha dado al traste con las relaciones que sostenía con sus vecinos más cercanos.
Bastó una cena en Mar-a-Lago para humillar a Justin Trudeau —quien en ese momento todavía era el primer ministro de Canadá— y dar una muestra de lo que serán las relaciones con ese país en lo que resta de la administración de Donald Trump al frente de la Casa Blanca.
En el caso de México, las amenazas constantes de un golpe blando, de intervencionismo y de aranceles socavan la cooperación y colaboración de ambos países en el combate al crimen organizado, al mismo tiempo que destruyen el modelo de libre comercio que ha resultado en grandes beneficios para los firmantes del T-MEC.
El daño de los aranceles impuestos por Donald Trump fue inmediato: en un solo día las bolsas perdieron las ganancias que tuvieron desde que el magnate fue electo presidente de EU. Y hay que sumar que en enero pasado EU registró una reducción en el consumo que no se veía desde febrero de 2021, con una caída de 0.2 por ciento.
Con un argumento proteccionista y simplista —que el déficit comercial de EU es porque otras naciones se aprovechan—, Donald Trump está reconfigurando los negocios internacionales, añadiendo una incertidumbre innecesaria que, lejos de favorecer a su propia nación, termina siendo un búmeran que asesta fuertes golpes económicos a la ciudadanía estadounidense.
Todos estamos aprendiendo a negociar con Trump. Pero en este juego de vencidas, las economías nacionales y los ingresos de millones de personas están en juego. De igual manera, la posición de EU en un contexto geopolítico está amenazada.
En un mundo cada vez más complejo e interconectado, contar con un vecino y socio estratégico como México es fundamental para la estabilidad y la seguridad de la región. Una relación sólida permite enfrentar desafíos comunes y promover la cooperación en el ámbito internacional, fortaleciendo la posición de ambos países en el escenario global.
La conveniencia de una buena relación con México para Estados Unidos trasciende los beneficios económicos y se extiende a la seguridad, la gestión migratoria, el intercambio cultural y las consideraciones geopolíticas. Fomentar una relación basada en el respeto mutuo, la cooperación y el entendimiento es esencial para el bienestar y la prosperidad de ambas naciones.
Sotto Voce
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