Los maíces nativos, los maíces criollos, uno de los símbolos de la biodiversidad en México, han estado en el debate en las últimas semanas, porque se discute la iniciativa constitucional para prohibir la siembra de maíz transgénico.
¿En verdad el debate debería estar en si se siembran los maíces transgénicos y se pone en riesgo a los criollos?
La realidad es que no; ya existe un marco legal desde que se empezaron a experimentar las siembras transgénicas de algodón de hace más de 20 años.
En aquel entonces se enmarcó que no habría siembra de maíz transgénico, más bien y como lo comparte Carlos Salazar profesor-investigador de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro y ex dirigente de los productores de maíz, el debate debería de enfocarse en cómo preservar los maíces criollos, los maíces nativos en la milpa o parcela del productor, así como en la investigación.
“El debate debe centrarse en el ¿cómo apoyar a los productores de maíces nativos, llámense endémicos, originales, razas o autóctonas?, productores que son han sido objetos de la discusión y no sujetos de su propia defensa.
“El debate principal es el cómo conservar esta base genética; Cómo desarrollarla, con mayor productividad, hacerla útil y suficiente en producción para el consumo nacional, que sea competitiva contra los híbridos, variedades y transgénicos”
La biodiversidad de México no se discute y la riqueza de los maíces criollos tampoco, entonces, ¿por qué no ha trascendido una verdadera conservación de estas variedades a los productores?
Si el dicho es la conservación, entonces el hecho debe ser preservar estas variedades en la tierra, en la parcela, en la milpa, en los mecates que trabajan los hombres y mujeres de campo.
Lo que ya hay
Ya existen bancos de germoplasma en el CIMMYT, en el Parque científico de Yucatán con el CICY, en el INIFAP, en la Universidad Antonio Narro, quienes resguardan semillas de la gran variedad de maíces nativos, pero y ¿qué sucede en el campo?
El propio Salazar plantea dos problemas serios: los jóvenes ya no quieren trabajar la tierra y esa riqueza de variedades se va perdiendo a pesar de las ferias de las semillas o intercambios en comunidades, como sucede en la Milpa Maya de Yucatán.
Y segundo que el debate está enfrascado en prohibir la siembra de maíz: “prohibir lo prohibido, porque no se siembra maíz transgénico. Y también se ha enfrascado en los daños que causa a la salud humana, pero no hay base científica, como concluyó el panel de controversias comercial en el T- MEC y México perdió y se tuvo que dar marcha atrás y desdecirse de la prohibición de importarlo”.
México tiene 64 razas de maíz, que son los que contienen la base genética de la manipulación que hizo el hombre del teocintle (del náhuatl teōcintli.
El hombre lo domesticó para hacerlo comestible y poder comer y de ahí surgieron las variedades, híbridos, criollos y transgénicos, todos son maíz y son comestibles en el mundo, ¿cómo lo hizo? usando diferentes métodos, técnicas de selección para obtener las variedades, los híbridos, criollos, transgénicos y hoy la novedosa edición genética, todos son maíz y son comestibles en el mundo.
Lo que se requiere
Si ya hay bancos de germoplasma para la conservación de maíces criollos, ¿qué se hará para la conservación en el campo? Cómo se apoyará para que no se combinen los criollos con genes de híbridos, otras variedades, transgénicos y ediciones genéticas de maíz.
“Los agricultores que cultivan estos maíces son los más pobres, los olvidados por los gobiernos, además son productores minifundistas (su mayoría con menos de una hectárea y máximo 2) que han envejecido y no hay relevo generacional, donde sus peores enemigos son la pobreza, el hambre, su bajo rendimiento (máximo 2 ton/ha), el cambio climático, su poco horizonte de vida, el olvido y abandono de las políticas públicas, de las instituciones de investigación y de desarrollo, y de los organismos internacionales.
“Los productores en su desorganización para defenderse y levantar la voz, está su debilidad, porque hoy quieren hablar por ellos, son los ambientalistas “pirrurris”, ambientalistas “fanáticos”, “agro terroristas” y un gobierno “ideologizado” y otros más…la discusión de éstos y sus argumentos por la defensa de los maíces nativos son hipócritas, superficiales y sin compromiso real con los productores que los cultivan”, relató Salazar.
El debate continúa y si realmente se tienen intenciones de conservar las variedades, se tendrán políticas públicas bondadosas para el rescate, conservación, productividad y valor agregado de los maíces mexicanos, que sea de largo plazo, que incluya por un lado, la atención social y productiva de los productores que los han cultivado y que preservan esta herencia histórica y ancestral de sus antepasados y rescatar el territorio ecológico donde se han cultivado y reproducido por más de 10 mil años.
De lo contrario quedará en el anecdotario y después en el olvido.
Veremos.