La escena es conocida: el jefe llega a la sala de juntas, preocupado por los resultados del trimestre, y lanza al equipo la pregunta: “¿Qué ideas tienen para mejorar el desempeño de la compañía?”. El silencio invade la sala; nadie se atreve a hablar.
Este escenario tal vez sea consecuencia de una selección inadecuada de personal, pero es más probable que el equipo carezca de experiencia en proponer ideas y esté acostumbrado a seguir órdenes, incluso en desacuerdo. Quizás teman expresar sus opiniones por situaciones previas de críticas o burlas.
Confiar en la sabiduría del equipo es esencial en el coaching ejecutivo; sin embargo, primero debemos garantizar que esté habilitada. Además de contratar talento capacitado, es crucial cultivar y fomentar la confrontación de ideas dentro de la organización.
A continuación, te presento sugerencias prácticas para impulsar una cultura de participación y pensamiento independiente en los equipos.
1.- Rompe con la obediencia pasiva dejando atrás el liderazgo tradicional basado en órdenes. Transita hacia un modelo de colaboración, donde cada miembro asume responsabilidad tanto en la ejecución como en la estrategia y la resolución de problemas.
2.- Crea espacios seguros para la expresión, eliminando el temor al error o al juicio ajeno. Genera un ambiente donde las ideas sean bienvenidas, sin miedo a represalias. Efectúa prácticas como la “escucha activa” y el “feedback positivo” para permitir la apertura del equipo.
3.- Establece expectativas de participación desde el inicio de las reuniones. Asegura que el propósito sea compartir ideas, en lugar de limitarse a recibir instrucciones. Solicita que todos contribuyan al menos con una sugerencia y utiliza rondas de intervención para garantizar que cada uno tengan voz, evitando el dominio de unos pocos.
4.- Formula preguntas poderosas que estimulen el análisis y la creatividad. Emplea cuestionamientos de manera abierta como: “¿Qué formas innovadoras podemos explorar para resolver este problema?” o “¿Cómo podemos aprovechar nuestros recursos actuales para superar esta situación?”. Este enfoque promueve el pensamiento independiente y la reflexión.
5.- Fomenta la autogestión y la responsabilidad, asegurando que cada miembro sienta que su opinión cuenta y tiene un impacto real. Asigna roles de liderazgo rotativo o deja que el equipo gestione sus propias metas.
6.- Resalta los beneficios de la colaboración promoviendo la toma de decisiones compartida. Esto genera resultados más innovadores y satisfactorios que aquellos con jerarquías rígidas.
7.- Implementa la retroalimentación reflexiva, invitando al equipo a identificar qué funcionó y qué aspectos mejorar, fortaleciendo así la autocrítica y convirtiendo la toma de decisiones en un aprendizaje continuo.
Aplicar estas estrategias requiere paciencia y tiempo, pero el crecimiento y el potencial del equipo justifican el esfuerzo. Fomentar una cultura de participación y reflexión desarrolla una verdadera “sabiduría del equipo” que trasciende el modelo jerárquico tradicional.
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