Históricamente, para la humanidad migrar ha sido un asunto tanto natural como cultural, hace millones de años -tal cual lo hacen hasta hoy otras especies- los primeros seres humanos migraban en busca de sustento, abrigo y buenos climas, sin embargo, en la actualidad migrar es un fenómeno social que en la mayoría de los casos responde a la necesidad de buscar mejores condiciones de vida: “nadie se va de casa a menos que casa sea la boca de un tiburón”, afirma la poeta Warsan Shire.
Cual sea el motivo, abandonar el terruño no es cosa fácil, lo saben bien Rosario Martínez, Roberto Vega y Yankel Balderas, conocidos como Lapiztola, colectivo oaxaqueño de gráfica urbana que, desde su origen en el 2006, tiene en la migración uno de los temas relevantes de su producción artística, “no solamente es el recorrido para ir a Estados Unidos, sino también el recorrido para establecerte y hacer tu nido, por ejemplo, en la Ciudad de México”, explica Rosario.
En el área del jardín del Museo Universitario del Chopo se abrió Efímero/permanente, un nuevo espacio de intervención artística que fue inaugurado con la participación de Lapiztola, ahí, en un muro de 40 metros de largo por 5 de alto, los tres artistas realizaron una obra que alude a la migración interna: niñas, niños, mujeres y hombres de todas las edades portan en las manos y en su ropa símbolos de resistencia, cultura y esperanza, entusiasmados caminan o van en balsa, pero comparten el mismo camino, una niña y un niño apuntan al destino que aspiran: “es su esperanza, es como una meta, un sueño. Atraviesas muchas cosas y te pones en una situación de riesgo, en una situación difícil, pero lo haces con esa idea de alcanzar algo, un sueño, la libertad, una estabilidad”.
Frente a los alaridos de la crisis migratoria internacional que afecta a nuestro continente, se habla poco de la migración interna en el país, aunque ciudades como la de México todos los días acoge a personas provenientes de diferentes estados, distintos son los sueños que persiguen y les animan a recorrer caminos que no son siempre fáciles, pero que Lapiztola reconoce en este nuevo espacio del Museo del Chopo.
El camino es un mural emotivo, de colores intensos y poderosos símbolos que nos conectan visualmente con una realidad compleja para invitarnos a reflexionar, a pensar en quienes migran, en sus sueños. Los personajes tienen rostros familiares, sus ropas las hemos visto antes, nos recuerdan a alguien. “Son buenas gentes que viven / laboran, pasan y sueñan”, escribe Antonio Machado en Soledades, habla de quien vive la vida como los viajeros que recorren el camino en busca un buen destino. Lapiztola se enfoca en el trayecto, pero sabiamente ha dejado fuera del muro la meta final para darle a quien lo mira la libertad de imaginarla, para junto con artistas y migrantes, soñar.