A partir de hoy viviremos horas trascendentales que impactarán en el orden político internacional, en una época donde se están gestando importantes reacomodos geopolíticos y geoeconómicos que definirán cuáles son las potencias que liderarán el mundo durante el siglo XXI.
El cónclave está por elegir al nuevo jerarca de la iglesia católica, quien, además de su impacto en la religión más influyente del mundo, también se tiene que analizar su figura como la de un líder político capaz de trastocar los destinos terrenales de una nación, una región o un continente.
De esta forma, de entre 133 cardenales, ya enclaustrados, saldrá el nuevo romano pontífice. Esos mismos cardenales, antes de escribir el nombre de quien considerarán el mejor siervo de Dios, dirán: «Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, de que mi voto es dado a aquel que, según Dios, creo que debe ser elegido». Después a votar las veces que sean necesarias.
A partir de este miércoles 7 de mayo, “las votaciones tienen lugar todos los días, dos por la mañana y dos por la tarde, y si los cardenales electores tienen dificultades para ponerse de acuerdo sobre la persona que debe ser elegida, después de tres días sin resultado, las votaciones se suspenden durante un máximo de un día, para una pausa de oración, libre discusión entre los electores…” reporta el portal Vatican News, y así sucesivamente hasta que salga humo blanco por la chimenea instalada en la Capilla Sixtina.
Después de la muerte del papa Francisco, se ha discutido mucho sobre sus motivos de no visitar Argentina durante su papado. Uno de los argumentos más consistentes ha sido que fue tal su desacuerdo con los gobiernos que corrieron paralelos a su papado, que prefirió el vacío a que lo relacionaran con los diversos liderazgos, ya sean de izquierda o de derecha.
Y es que los papas siempre han sido aprovechados por candidatas y candidatos, o líderes mundiales que buscan aprobación o popularidad. Fue relevante observar cómo decenas de mandatarios asistieron a los funerales del papa Francisco; incluso se resolvieron asuntos políticos como la guerra entre Rusia y Ucrania. Ver a Donald Trump y a Volodímir Zelenski sentados en uno de los recintos del Vaticano negociando la paz habla del peso del Vaticano en asuntos políticos globales.
En la actualidad existen aproximadamente mil 406 millones de católicos en todo el mundo. América lidera el número de fieles con el 47.8 por ciento; le siguen África y Europa con 20 por ciento cada una, Asia con el 11 por ciento y Oceanía con el 1.9 por ciento. Esto nos lleva a reflexionar sobre el peso que tiene la palabra del papa ante cualquier situación.
Dentro de los cardenales que ya se encuentran en el cónclave, y que a partir de hoy comenzarán a votar, 52 son europeos, 41 americanos (16 norteamericanos, 17 sudamericanos y 4 centroamericanos), 23 son asiáticos (incluido Medio Oriente), 17 africanos y 4 de Oceanía. Por ello, todo indica que el próximo papa será del viejo continente para reorientar la ética eclesiástica y abrir un nuevo consenso entre los conservadores y liberales y de esta forma establecer un modelo unificador.
No obstante, los votos de los cardenales americanos serán fundamentales, y es aquí donde no se deben descartar sorpresas. La iglesia vive también una etapa de grandes retos y un retroceso en cuanto a su gobierno que podría llevarla a perder feligreses e influencia.
De ahí la relevancia del papa Francisco, quien emprendió un revolucionario pontificado al defender a migrantes, pobres o víctimas de abusos. Puso el ejemplo de hacer una iglesia más humilde, inclusiva y transparente. Además, abrió una lucha contra el clericalismo, impulsó el rol femenino dentro del Vaticano y fue un defensor del medioambiente.
Los países que cuentan con más católicos en el mundo son Brasil, con 182 millones; México, 116; Filipinas, 93; Estados Unidos, 74; Italia, 50; Francia, 38; Colombia, 37; España, 36; República Democrática del Congo, 35, y Argentina, con 32 millones.
Estas cifras son relevantes porque evidencian la influencia por región. Estaría en juego la unidad europea, por lo que elegir un papa del viejo continente podría ayudar a fortalecer una región que se resquebraja ante actores como Estados Unidos, China y Rusia. ¿O acaso podemos imaginar el contrapeso de un papa asiático ante fuerzas tan poderosas como las del dragón comunista?
El papa León III redefinió el mapa de Europa; Urbano II movilizó fuerzas militares con su llamado cruzado; Alejandro VI dejó las primeras huellas en América; Julio II fue temido en el campo de batalla; y el papa Juan Pablo II influyó en la caída del socialismo en el mundo. Esperemos qué trae bajo la mitra el próximo sucesor de San Pedro.