Más allá de tratar de generar un superávit en la balanza comercial de los Estados Unidos, los aranceles anunciados por el gobierno de Trump y, sobre todo, la amenaza de continuar aplicando otros a partir del dos de abril, han venido a detener o posponer las decisiones de producción e inversión alrededor del mundo.
El presidente estadounidense parece no querer reconocer que los aranceles tienen un efecto contraproducente en su propia economía, ya que la gran cantidad de empresas ubicadas en ese país que requieren importar insumos y bienes intermedios enfrentan aumentos en sus costos de producción.
De acuerdo con los datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el arancel promedio de ese país para bienes industriales es de 3.1 por ciento, lo que se explica en buena parte porque la mayoría de las materias primas estaban exentas de aranceles hasta el 20 de enero y fue un argumento central del gobierno de Biden para no negociar nuevos TLCs.
Trump prometió en su campaña que reduciría del 21 al 15 por ciento la tasa fiscal para las empresas más grandes, lo que financiaría con los ingresos por aranceles, que el año pasado representaron apenas el 1.6 por ciento del total de los ingresos federales.
El mandatario busca que la industria de la Unión Americana produzca al menos al 80 por ciento de su capacidad instalada y aumentar el empleo, argumentando que es imposible alcanzar este umbral hasta que no se reduzcan las importaciones, sin tomar en consideración la falta de diversos insumos y recursos naturales y la descapitalización de algunos sectores desde hace más de 30 años. Además, hay que destacar las diferencias en tiempo y recursos para instalar y echar a andar una planta automotriz o una maquiladora textil.
Hasta el momento, pocas personas que votaron en noviembre por Trump se han percatado de las implicaciones negativas de la política arancelaria de su gobierno, de acuerdo con una encuesta publicada la semana pasada por Reuters/Ipsos.
Y aunque el secretario de Comercio Howard Lutnick –quien se ha convertido en el vocero de la política económica y comercial de Trump– reconoció que habrá “un pequeño periodo de ajuste” entre la aplicación de los aranceles y el momento en que se empiecen a notar los beneficios de esta medida, ha evadido comentar sobre la duración de dicho periodo.
Trump toma muchas decisiones de acuerdo con los resultados de las encuestas y la NBC publicó ayer una que muestra su nivel de popularidad al 47 por ciento, el más alto que haya logrado, aunque el 51 por ciento de los entrevistados desaprueban su manejo de la economía.
La respuesta a las amenazas arancelarias de Trump ha generado un espíritu de unión y nacionalismo entre la población local de varios países, especialmente en Canadá, donde el partido del nuevo PM Mark Carney ha reducido a la mitad la ventaja que tenían los conservadores en diciembre.
El anuncio de un paquete de represalias el 4 de marzo por 30,000 millones de dólares, que incluye aranceles al jugo de naranja, vinos, cerveza, café, ropa, calzado y cosméticos, entre otros, fue seguido por otro por 29,600 millones de dólares el 13 de marzo, luego del anuncio de la aplicación de aranceles al acero y al aluminio.
Canadá también solicitó a la OMC la formación de un panel que evalúe los daños generados por los aranceles, mientras que la Unión Europea aplicó represalias por 28,500 millones de dólares.
Aunque México y Canadá están recibiendo el mismo trato por parte del gobierno de Trump, el gobierno mexicano no ha tomado ninguna medida en respuesta a los aranceles aplicados por Estados Unidos. Ninguna.
Un promedio diario de 710 millones de dólares en exportaciones está sujeto al arancel general del 25 por ciento por no cumplir las reglas de origen, más otros 34 millones de dólares en exportaciones de acero y aluminio tienen que pagar 25 por ciento en aranceles todos los días. Y ante la incertidumbre, el primer trimestre del año termina prácticamente sin nuevos proyectos de inversión directa, con serias implicaciones para el Plan México y la economía en general.
No adoptar medidas en respuesta a la política arancelaria de Trump no ha reducido el nivel de riesgo asociado con la economía mexicana. El gobierno carece de recursos para impulsar el mercado y menos ante una posible recesión en Estados Unidos.
El reporte sobre México relacionado con los aranceles recíprocos habla sobre los efectos de las barreras no arancelarias y de la inseguridad en el país que han detenido la inversión, por lo que el gobierno tiene que ofrecer acciones concretas que actúen como contrapeso.