Ayer, en un foro transmitido en TVUDLAP, tuvimos un evento en el que platicamos sobre algunas de las cosas que podemos esperar de la administración de Donald Trump. En una primera sección, el Dr. Sergio Alcocer, expresidente de Comexi, platicó con los profesores Tania Garza y Sam Stone sobre las implicaciones políticas del regreso del neoyorquino a la Casa Blanca. Más tarde, los decanos Gerardo Traslosheros y Elizabeth Salamanca, y su columnista, platicamos sobre las implicaciones económicas.
Francamente, el tema de los aranceles es una locura absoluta. Cualquier número debajo de 5 a 10 por ciento, es duro para México, pero manejable. Cualquier cosa entre 10 y 29 por ciento es catastrófico para México. Cualquier cosa arriba de 30 por ciento, o las cosas que le ha dado por decir a Don Donald, que si 100 por ciento, o si no 200, pues son una reedición de los aranceles Smoot-Hawley de principios de los años 30, después de la Gran Depresión, con el potencial de generar una recesión a escala global.
Además de perseguir objetivos de política económica equivocados, Trump persigue objetivos contradictorios, y sus políticas tienen más objetivos que instrumentos para lograrlas. Por ejemplo, deportar a inmigrantes y a sus familias es un objetivo peleado frontalmente con la idea de repatriar a la manufactura en los Estados Unidos, por la subida en salarios y los costos laborales. Subir aranceles es un objetivo peleado también con repatriar la manufactura, porque hay muchos insumos intermedios que la economía americana ya no produce, y que tendría que importar de otros lugares del mundo. Reducir el déficit comercial está medio peleado con generar un superávit fiscal. El déficit comercial implica que chinos, mexicanos, canadienses, europeos y otros, estamos financiando a las empresas importadoras de los Estados Unidos. Ahí me pagas después. Si ese comercio se acaba, también se termina esa línea de financiamiento, y el capital en los Estados Unidos podría, sorprendentemente, ser escaso ¿Quieres poner a las empresas a producir bienes manufacturados? Necesitas reducir gravámenes y regulaciones, y el fisco no va a aguantar.
Los señores Musk y Ramaswamy, o quizá solamente el señor Musk ya, dicen que pueden bajar el costo del gobierno. Yo creo que Elon está pensando en un takeover del gobierno americano parecido a lo que hizo en Twitter (ahora X). Hay que reemplazar a un montón de burócratas por algoritmos y sistemas. Pero, al final, a todos nos queda la duda, de si los programas de salud, educación, infraestructura y otros gastos sociales de los Estados Unidos no van a acabar financiando el momento Sputnik de Elon y sus cuates. Ya hay una señal política: JD Vance, el representante del Estados Unidos rural, no pudo leer su discurso antier en la inauguración, mientras Elon se aventó un bailecito con saludos romanos que se confunden mucho con los de los fascistas.
Aquello es como una toma de posesión latinoamericana, pero en Macondo y en 1904; muy de compañía bananera, muy de realismo mágico. (Buena la serie de Netflix; véala). La captura del Estado, en ese lugar que todos creíamos que era excepcional, el faro de la libertad, es de dar penita ajena.
No estuvo la presidenta Sheinbaum, como no estuvieron otros jefes de Estado que no se alinean con las ideas de estos cuates, que no son liberales, no son republicanos tradicionales, son otra cosa. No me encanta el término ultraderecha. Más bien son rentistas malintencionados. No vendrán buenas cosas de allá, tristemente. Sí vi fotos de Trump y de Xi. A Trump le gustan los emperadores, los hombres fuertes. Antes, yo pensaba que una segunda presidencia de Trump era como una reedición de los tiempos antes de la Gran Guerra de 1914-18, con un orden internacional en implosión. Ahora también esto parece una reedición del expansionismo estadounidense de la segunda mitad del S. XIX. Agárrense Polk, Grant, Teddy Roosevelt: ahí viene Trump.
Aquí nos mandan de embajador a un green beret ¿Mandarían ustedes a alguien de Sedena de embajador a Washington? Pues igual hay que pensarle por ahí. Que declaren a los cárteles organizaciones terroristas, puede ser una buena noticia, porque le pone presión al gobierno mexicano a hacer algo. Pero, es una medicina que va a doler, que generará violencia, y que complicará seriamente las operaciones de los bancos internacionales. Ni modo. Para el cáncer, no podemos recetar intravenosas de agüita, como pensaba Javidú el veracruzano.