El pasado 25 de julio, Ismael Zambada García, un hombre que parecía más leyenda que realidad, fue detenido en el aeropuerto de Nuevo México, a las afueras de la ciudad fronteriza El Paso, Texas (Estados Unidos).
Apenas unas semanas antes, la periodista María Scherer Ibarra había viajado en secreto para reunirse con El Mayo, el líder criminal más buscado en EU en ese momento. Al encontrarse con Scherer, el capo de la droga accedió a responder las preguntas que la periodista tenía.
Durante el encuentro, en una construcción rústica, Scherer le preguntó al narco que si valía la pena la vida que había elegido.
–¿Por qué no?
–Porque está llena de muerte.
–Que yo sepa así terminan las vidas de todos, respondió Zambada.
Tras la caída de Joaquín El Chapo Guzmán, Zambada se convirtió en el capo con más poder en el Cártel de Sinaloa. Empezó en el narco a los 16, hoy tiene 77. Después de 61 años fue detenido por Estados Unidos y enfrenta una acusación por tráfico de fentanilo.
“El fentanilo… eso sí no. Aquí no van a encontrar una sola tiendita que sea mía. El fentanilo es muy peligroso”, confesó a la periodista días antes de su captura.
–¿Y las tiendas de Culiacán? ¿Y los laboratorios que se han desmantelado en varias zonas de Sinaloa?
–No son mías.
–¿De quién son?
–Les digo que no son mías, recalcó el líder del Cártel de Sinaloa.