Uno de los grandes rezagos en México es el escaso uso de mecanismos formales para la intermediación financiera y sistemas de pagos.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera de 2024 (ENIF), realizada por el INEGI y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), el 73.5 por ciento de la población utiliza efectivo para realizar compras superiores a 500 pesos. Para montos menores, el porcentaje aumenta al 85.2 por ciento.
Si bien es cierto que esta proporción ha disminuido ligeramente (hace tres años era de 78.7 y 90.1 por ciento, respectivamente), la reducción es mínima en comparación con la creciente disponibilidad de otros instrumentos de pago. El uso predominante del efectivo sigue siendo muy alto.
Según una investigación de McKinsey (“La rápida evolución de los medios de pago en América Latina”), solo el 30 por ciento de la población en promedio en países analizados declara preferir el efectivo como medio de pago. Sin embargo, cuando se les preguntó si habían realizado pagos en efectivo en los últimos 30 días, entre el 65 y el 77 por ciento respondieron afirmativamente.
A pesar de lo anterior, en México el uso del efectivo sigue siendo más alto que en otros países latinoamericanos.
La ENIF revela que en 2024 únicamente el 19 por ciento de la población usó regularmente tarjetas de crédito o débito para pagos mayores a 500 pesos, cifra que baja al 10.4 por ciento para transacciones inferiores.
Esto refleja claramente el bajo nivel de ahorro formal, que apenas alcanza el 8.2 por ciento del total, frente al 6.2 por ciento registrado en 2021.
En contraste, el ahorro mediante mecanismos informales como las tandas llega al 36.6 por ciento, y quienes no ahorran de ninguna manera alcanzan el 33.6 por ciento. Un 21.6 por ciento combina mecanismos formales e informales.
Aunque México ha avanzado en la formalización financiera, los datos de la ENIF y comparativos internacionales muestran que el rezago sigue siendo muy considerable.
Pero, ¿cuáles son los factores que explican esta alta preferencia por el efectivo en nuestro país?
Uno importante es el peso significativo de la economía informal. Si más de la mitad de la población tiene un empleo informal, las probabilidades de recibir pagos en efectivo aumentan considerablemente, ya sea mediante salarios o ventas de productos o servicios.
Otro factor determinante es la desconfianza. Según la ENIF, cuando se pregunta por qué las personas no tienen créditos del sector formal, el 38 por ciento expresa aversión a endeudarse; el 21 por ciento cree no cumplir con los requisitos (algo generalmente cierto en el sistema bancario), y el 26 por ciento declara no tener interés ni necesidad. Detrás de estas respuestas podría ocultarse la falta de comprensión y confianza hacia las instituciones financieras formales.
Tampoco puede ignorarse la insuficiencia en infraestructura financiera o los costos asociados al uso de medios formales.
Una razón adicional reciente es el temor al fisco.
Según estimaciones de la OCDE, la tasa de evasión fiscal en México alcanza alrededor del 19 por ciento en el Impuesto sobre la Renta de personas físicas. Esto implica que alrededor de 20 centavos de cada peso obtenido no se declaran. Este porcentaje aumenta en trabajadores independientes, ya que los asalariados tienen menos margen para evadir.
Los mecanismos de fiscalización del SAT dificultan cada vez más ocultar ingresos registrados en el sistema financiero, lo cual favorece que mucha evasión fiscal se realice mediante efectivo.
Finalmente, aunque la inflación del año pasado fue del 4.2 por ciento, la cantidad de billetes y monedas en poder del público aumentó 11.7 por ciento, según Banxico.
Está claro que en México el amor por el efectivo sigue muy vigente.