En la cultura mexicana la frase es popular: ¡engarróteseme ahí!. Engarrótese quien perdió en el juego y debe salir, ya no puede moverse. Engarrótese a quien lo “cacharon” en la movida. Engarrótese la economía mexicana cuando las dos potencias están engarrotadas, congeladas.
Estadounidenses y chinos quieren que su economía crezca. Son los líderes políticos los que complicaron las cosas. El problema para el resto es que se trata de las locomotoras del tren mundial.
El año pasado, los empresarios agremiados en la poderosa US Chamber of Commerce esperaban que su país creciera 3 por ciento este año. Dada la enorme dimensión de su economía, ese porcentaje sumaría unos 800 mil millones de dólares a los negocios de su país y del mundo.
Pero su presidente, Donald Trump, detuvo la fiesta con su intención de cambiar las reglas… sin poner nuevas. Que tire la primera piedra el que sepa quién pagará aranceles al final del año.
¿Quién en su sano juicio instala una fábrica de autopartes hoy? ¿En dónde?
Si no hay nuevas inversiones no hay nuevos empleos, así la economía se engarrota.
Analistas esperan que la de Estados Unidos no se agrande, por el contrario, anticipan que caerá en el primer trimestre del año.
¿Y China? Después de la era inmobiliaria que detonó el crecimiento económico de ese país y luego se apagó, en esa nación buscan todavía fuentes de negocios que mantengan en 5 por ciento anual su crecimiento económico. Hay un problema.
Hoy la fuente de su actividad económica está en mercados muy competidos, por lo que sus productos deben ser baratos o no entran a otras naciones.
El mejor ejemplo son los coches. BYD es una empresa relativamente bien conocida en México; también MG, de origen inglés, ahora china. Luego están Chirey, Changan… vaya. ¿Alguien sabe cuántas marcas chinas hay?
Todas compiten con precio, no son negocios muy rentables. Por cada 100 dólares que cobran por un vehículo BYD, sus accionistas se quedan con 4.3 (cuatro punto tres) dólares, de acuerdo con sus reportes financieros recabados por Bloomberg.
El gobierno chino motiva el avance de la tecnología como una fuente de riqueza para su país y es el camino adecuado. Pero hasta ahora en ese ámbito compiten con paneles solares, o baterías, que no dejan buenas ganancias.
Negocio que no deja buenos márgenes, generalmente está compitiendo con una baja de precios y por eso debe bajar sus salarios. Esas empresas no generan prosperidad. Difícilmente empujan la economía.
Los chinos intentan subir a su gente a donde hay mayor valor agregado y utilidades potenciales, como los robots. Ahí todavía no hay un mercado y sin éste, no hay dinero.
Con Estados Unidos paralizado y con una China en transición, no hay mucha claridad en la fuente de crecimiento que se repartirá en el mundo. Menos, cuando los europeos buscan todavía a quién acercarse y los latinoamericanos, a la zaga, tratan de entender en dónde están.
Engarróteseme ahí. ¿Cuándo saldremos del atorón? No está claro. Quizás pueden buscar paralelismos en lo que ocurrió hace 100 años en el mundo.
La reactivación económica posterior a la Gran Depresión de 1929 vino del impulso de la producción y de un invento que aún no llegaba a toda la gente: la electricidad.
El desarrollo de la electrificación se aceleró con políticas de inversión masiva en infraestructura.
La electricidad se convirtió en un factor clave que popularizó aparatos desconocidos como el refrigerador, los focos, los ventiladores, cables y los productos que transformaron las condiciones de vida, ampliando mercados y estimulando la innovación.
Hoy la inteligencia artificial se encuentra en una etapa similar a la que vivió la electricidad en sus primeras fases de desarrollo, enfrentando desafíos de adopción comercial, falta de claridad regulatoria y un panorama de incertidumbre en el mercado.
Aunque el potencial de la IA es inmenso, como lo fue el de la electricidad, actualmente enfrenta bloqueos como la falta de estándares globales, la regulación desarticulada y los temores sobre sus aplicaciones éticas y laborales.
Conforme se resuelvan esos bloqueos, más los que imponen los políticos, saldrán a la luz las oportunidades que vendrán cuando pasen los nubarrones actuales.
¿Quién se prepara para ese momento? ¡Desengarróteseme ya!