Estados Unidos ha vivido el terror de asesinos seriales como John Wayne Gacy o Ted Bundy, pero entre 1986 y 1999, un mexicano, Ángel Maturino Resendiz, se encargó de que habitantes de varios estados de EU, principalmente quienes vivían cerca de las vías del tren, no pudieran dormir tranquilos.
Originario de Izúcar de Matamoros, Puebla, Maturino Resendiz dejó su tierra a los 14 años, víctima del abandono de su madre y del constante abuso por parte de sus compañeros de escuela, para buscar una mejor vida en Estados Unidos.
Sin embargo, el paso del adolescente poblano quedaría para la historia en EU, pues con los años se convertiría en uno de los criminales más buscados por su peligrosidad, hasta ser considerado la encarnación de la maldad.
La ruta de la muerte: Los asesinatos de Ángel Maturino Resendiz
De acuerdo con Murderpedia, el mexicano fue sentenciado a la pena de muerte por el asesinato de 15 personas en los estados de Texas, Illinois, Florida, Kentucky, California y Georgia, todos cometidos en las inmediaciones de las vías del tren, por lo que fue llamado ‘El Asesino del Ferrocarril’, medio de transporte que utilizaba para desplazarse por los distintos lugares.
Maturino Resendiz adoptó diversos nombres, uno de ellos el de su tío Rafael Resendiz, quien lo crio cuando su madre lo abandonó, razón por la cual el FBI llegó hasta San Nicolás Tolentino, Toluca, para capturar al asesino serial, pero descubrieron que no era a quién buscaban.
El último asesinato del poblano en suelo estadounidense fue el de la doctora Claudia Benton, uno de ocho homicidios acreditados a Ángel en Texas, el cual cometió en 1998.
La doctora Benton fue apuñalada con un cuchillo de cocina, según relataron diversos medios internacionales, y golpeada 19 veces con una estatuilla de bronce en la cabeza, además de que la violó. Todo esto ocurrió una semana antes de la Navidad de 1998.
No obstante, The Houston Chronicles señala que al mexicano se le comprobaron los homicidios de Josephine Konvicka, Karen Sirnic, George Morber y Carolyn Frederick.
Ángel Maturino, un asesino sádico
Así como le destrozó el cráneo a la doctora Benton, Maturino Resendiz actuaba con saña y extrema violencia en sus crímenes. Los medios de Houston relataron que a Konvicka, de 73 años, la asesinó con un pico; a Sirnic y su esposo Norman con un mazo, mientras que Morber a causa de un escopetazo y Frederick a golpes con la propia arma de fuego referida.
Sin embargo, la carrera delictiva del poblano inició muchos años atrás, según relató él mismo a un periodista latino de Estados Unidos, quien lo entrevistó ya estando en la cárcel a la espera de ser llevado a la cámara de la muerte.
Sería el propio asesino quien, al confesar, llevaría más atrás en el tiempo el inicio de su curriculum criminal, hasta 1986, cuando mató con cuatro tiros de .38 a una indigente y dejó su cadáver en una granja abandonada. Resendiz declaró que la conoció en un refugio para indigentes y que viajaron juntos en una motocicleta, hasta que la mujer “le faltó el respeto”, lo que lo “obligó a matarla”. Poco después, Resendiz buscó al “novio” de la mujer que había matado y también lo asesinó a tiros.
El cadáver de Michel White, de 33 años, fue encontrado en julio de 1991 en un terreno abandonado en el centro de Lexington, Kentucky. Al confesar el crimen, Resendiz dibujó un mapa de la escena a los agentes y les dijo que asesinó a White por homosexual.
¿Ángel Maturino pedía ser detenido? Se entrega a la policía
Durante su carrera criminal, Ángel Maturino Resendiz cometió varios ‘errores’, pues constantemente dejaba sus huellas y otros indicios para que dieran con él.
Sin embargo, el error más grande fue cuando una de sus víctimas sobrevivió, luego de que la dio por muerta y se fue.
“Yo creía que la había matado, a la de Kentucky, como se le salió el ojo parecía como si tuviera el cerebro afuera. Sé que fui yo, pero se siente como si es otra persona”, reconoció en Maturino en una entrevista.
Después, la intervención de un ranger de Texas, Drew Carter, permitió que a través de su hermana, Ángel Maturino cruzara de México a Texas para entregarse, en un acuerdo en el que no se le condenaría a muerte.
Sin embargo, por la gravedad de sus homicidios, Ángel Maturino Resendiz fue condenado a muerte, sentencia que fue impugnada incluso por el Gobierno de México, lo que le valió críticas porque estaba demostrado que se trataba de un asesino serial.
El poblano reconoció en la entrevista con el periodista de EU que en aquel país mató al menos a 40 personas, pero que no confesaría nada porque de todos modos iba a ser ejecutado.
En tanto, se cree que en México pudo haber cometido unos 180 asesinatos en Ciudad Juárez, donde se escondía después de los homicidios en EU o donde se quedaba cuando era deportado.
Maturino creyó hasta su último segundo que tenía derecho divino de matar. “Está en las Escrituras”, dijo, y se comparó con el rey David, quien “mató a miles de palestinos”.
El 27 de junio de 2006, el poblano murió de la inyección letal, y antes de morir pidió perdón, aunque nadie se lo creyó, pues era incapaz de mostrar cualquier tipo de arrepentimiento por sus brutales asesinatos.
Esta es la sexta entrega de los mexicanos ejecutados por Estados Unidos. En las anteriores conocimos las historias de:
Mario Benjamín Murphy Rodríguez
Javier Suárez Medina
En la siguiente entrega presentaremos el caso de José Ernesto Medellín Rojas.