No esperen leer aquí un texto imparcial. Estoy entre los miles que aprenderemos de nuevo a ver la Fórmula 1 sin ‘Checo’ Pérez este fin de semana. No me interesan los deportes, esto es otra cosa.
¿Qué nos queda? Entre otras razones para prender la televisión está la pasión de Ferrari, que llegará perdiendo a la cita de este 14 de marzo en Australia. Las acciones de esta compañía demuestran que nadie sale ileso de la retórica nacionalista del presidente Donald Trump.
Le ha pegado la incertidumbre que golpea a los mercados internacionales a raíz de la intención del mandatario de bloquear el comercio mundial por la vía de impuestos, pero no parece ser la única razón.
A unas horas de que Lewis Hamilton y Charles Leclerc se enfrenten en la misma escudería, la compañía italiana acumula datos para fruncir el ceño. Porque al final, para las ‘carreritas’ de fin de semana sale del negocio de vender coches:
La empresa se abarató 12 por ciento en un mes. Sus acciones cayeron de 460 euros, a los 402 euros de su precio de ayer. No nos confundamos, es una joya que en total vale 80 mil millones de euros. Sirva como referencia el valor de Renault, de menos de 14 mil millones.
Pero sí, Ferrari ha bajado de precio como empresa. ¿Cuál es la razón? Porque sus ventas, principalmente automotrices, han crecido más de 10 por ciento anualmente desde 2021. Todavía este año podrían elevarse un 7 por ciento y superar los 7 mil millones de euros, marcando un récord histórico.
Tomen como referencia que los analistas esperan que Aston Martin, otro de los rivales de Ferrari en el emparrillado, facture unos 2 mil millones de euros en 2025.
¿Entonces? Una razón de la caída de la armadora italiana puede estar simplemente en que sus acciones llegaron a su tope. Al final, éstas cuestan 250 por ciento más que hace 5 años.
Otro argumento en contra de Ferrari lo proporcionó el Deutsche Bank, el banco que comenzó este mes a cubrir o analizar a esta compañía y lo primero que dijo no fue “compren sus acciones”, su mensaje fue más bien un “si tienen, quédense con ellas”. Eso puede reducir el interés por comprar sus papeles.
Anunció el jueves que había iniciado una vigilancia sobre Ferrari, con una recomendación de “mantener” y un precio objetivo de 430 euros, considerando que la acción está bien valorada en sus niveles actuales.
Sostener máximos históricos en el mercado bursátil también implica superar constantemente las expectativas y las entregas de su próximo “superdeportivo”, el híbrido F80, no se esperan antes de finales de 2025, lo que puede limitar el potencial de Ferrari.
A principios de 2025, inversionistas y analistas debatieron el impacto de los posibles aranceles estadounidenses bajo la administración entrante de Trump, con amenazas de impuestos del 25 por ciento sobre las importaciones provenientes de la Unión Europea.
Ferrari, como empresa italiana que exporta coches de lujo a Estados Unidos, podría enfrentarse a mayores costos o a una reducción de la demanda si se materializan estos aranceles. El director ejecutivo, Benedetto Vigna, abordó esta incertidumbre en febrero de 2025, señalando que la empresa aún estaba evaluando el impacto y a quién cobrárselo.
Hay tres participantes en ese mercado, advirtió: la empresa, los distribuidores y el cliente.
¿Quién de ese trío debe pagar un eventual sobreprecio que aún no ha sido determinado por el gobierno de los Estados Unidos?
Con ese peso comienza la temporada 2025, la escudería más famosa de la Fórmula 1, cuyos monoplazas serán montados por la suma del talento de dos potenciales campeones mundiales. Hamilton, por supuesto, ya lo probó 7 veces.
Algunos estaremos satisfechos con ver a cualquier equipo venciendo a Red Bull y no precisamente por una animadversión contra el gran campeón Max Verstappen, sino por su compañero, un individuo que no hizo mucho por ganarse la simpatía de los mexicanos.