La simple amenaza de la imposición de aranceles a los productos mexicanos que se exportan a Estados Unidos provoca gran revuelo que, para algunos, es una razón de pesimismo y derrota, pero, para otros, es una razón para darle un diferente enfoque a sus negocios con una actitud más proactiva que reactiva.
La resiliencia es la marca de los triunfadores.
Con AMLO se tuvo el peor crecimiento económico desde hace 30 años y, como es lógico suponer, eso repercute en la actual administración, particularmente en los primeros tres años de la gestión de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien tiene que enfrentar un déficit fiscal que le impide darle de entrada mayor dinamismo a la economía.
Para este año se espera que el PIB, si crece, apenas será de menos de 1% y ello, de suyo, es una muestra del tamaño del reto que enfrentarán la mandataria y la iniciativa privada, a la que, por cierto, ya se considera en las diversas políticas públicas y programas que ha anunciado el nuevo gobierno.
Si la 4T no se pone las pilas para combatir a fondo y de inmediato el tráfico del fentanilo y otras drogas sintéticas y le da orden a la migración hacia la Unión Americana, no dude, estimado lector, que las amenazas vertidas por el presidente Trump en torno a gravar las exportaciones mexicanas se convertirán en una cruda realidad.
La estabilidad de la deuda respecto al PIB es otro de los retos del gobierno mexicano, que se ve agobiado por la presión que ejerce al gasto fondear los programas asistenciales y las grandes obras de infraestructura que dejó pendientes López Obrador, tanto en su construcción como en su rentabilidad financiera, ya que la mayoría de sus ocurrencias son financiadas con el presupuesto.
Para enfrentar este panorama, es crucial que el sector público y privado trabajen en sinergia en políticas que fortalezcan la competitividad, como el desarrollo del capital humano y la mejora de infraestructura, para atraer y consolidar inversiones. El Plan México, anunciado por el gobierno, podría ser un catalizador importante para impulsar sectores estratégicos, aunque su implementación efectiva y los detalles operativos serán clave para generar confianza entre los inversionistas.
La International Chamber of Commerce México (ICC México) insiste en diversificar las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, en el entendido de que actualmente el 83% de ellas van para ese país, lo que, sin duda, lo mantiene vulnerable ante las medidas proteccionistas que piensa implementar Donald Trump.
No obstante, también hay oportunidades significativas en sectores como el automotriz (exportamos 35% de los vehículos que consume dicho país), electrónica, instrumental médico y agricultura, que continúan siendo pilares del comercio exterior, mientras que la transición hacia cadenas de suministro más regionalizadas, derivada del nearshoring, posiciona a México como un socio clave en la reconfiguración global de la manufactura por muchos años más en la versión 2.0 de este.
Uno de los factores que podría mitigar los impactos negativos es el ciclo de relajamiento monetario iniciado por el Banco de México, con recortes en las tasas de interés que buscan estimular el consumo y la inversión. Por ejemplo, el consumo privado, impulsado por incrementos salariales y la estabilidad del mercado laboral, se perfila como uno de los motores principales de crecimiento, con una proyección de aumento del 2% este año que, combinado con un crecimiento estimado del 3% en las exportaciones, refuerza la importancia de estos dos pilares para la economía mexicana en 2025.
En cuanto a la inversión extranjera directa (IED), se espera que se mantenga estable en niveles de aproximadamente 30 mil millones de dólares y esto será posible gracias a los proyectos anunciados en años recientes, particularmente en sectores como logística, centros de datos y energía. Sin embargo, la incertidumbre respecto a las políticas de Estados Unidos podría limitar un mayor crecimiento en este rubro, por lo que ICC México enfatiza la importancia de generar condiciones de certidumbre y confianza hacia las inversiones para fomentar una mayor participación de capital extranjero en la economía nacional.
Algunas áreas de oportunidad que se deben impulsar para enfrentar los retos económicos de 2025 y aprovechar las oportunidades emergentes son, entre otras:
1. Desarrollo del capital humano: invertir en educación y capacitación para fortalecer la mano de obra calificada en sectores estratégicos; 2. Mejora de infraestructura: construir y modernizar la infraestructura física y tecnológica para facilitar el comercio, atraer inversiones y fortalecer la competitividad del país; 3. Diversificación de mercados de exportación y explorar oportunidades en Europa, Asia y América Latina, aprovechando los tratados de libre comercio existentes.
4. Fortalecimiento del Estado de derecho: mejorar la seguridad jurídica y las condiciones para hacer negocios, lo que fomenta la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros; 5. Innovación tecnológica: fomentar la adopción de tecnologías avanzadas como inteligencia artificial y electromovilidad, especialmente en sectores con alta demanda global de componentes tecnológicos.