Una vez presentada la declaración anual, las empresas pueden experimentar un breve respiro. Sin embargo, al igual que un estudiante al recibir sus calificaciones, este es el momento ideal para analizar los resultados y, sobre todo, aprender de ellos.
La declaración anual no es solo un requisito fiscal; es también una radiografía que revela la eficiencia de los controles internos, la calidad de la contabilidad y las áreas de mejora.
En este sentido, el período posterior a la declaración es una oportunidad invaluable para optimizar procesos y fortalecer la administración financiera de la empresa.
A veces recibir una calificación satisfactoria basta para darle la vuelta a la página y enfocarse en la siguiente prueba. Sin embargo, es recomendable tomarse un tiempo para revisar el por qué del resultado y ver qué aprendizajes se pueden rescatar.
Lo mismo sucede con la declaración anual: aunque marca la conclusión de un ejercicio fiscal, también implica el inicio de vivir con las consecuencias del resultado del año anterior.
Permítame explicarle: si su empresa reportó una pérdida fiscal en la declaración anual, entonces la podrá disminuirla de la utilidad que genere durante el siguiente año.
En cambio, si reportó una utilidad y tributa en el régimen general, es muy probable que haya determinado un coeficiente de utilidad, que no es más que un margen de utilidad fiscal. Este coeficiente le indica a su socio incómodo cuántos centavos recibirá por cada peso de ingreso que su empresa obtenga.
Veámoslo con un ejemplo: en el mes de mayo su empresa tuvo ingresos por la cantidad de $100,000.00. El coeficiente de utilidad determinado en la declaración anual del ejercicio anterior es de 0.0345. Con estos datos, el pago de ISR correspondiente a mayo sería de $1,035.00.
Este monto se calcula de la siguiente manera: los ingresos del mes se multiplican por el coeficiente de utilidad (100,000*0.0345); lo que nos da una utilidad de $3,450.00. Una vez determinada la utilidad, hace su aparición el socio incómodo para reclamar su parte: el 30% de la utilidad. Al multiplicar $3,450.00 por el 30% obtenemos $1,035.00, que es el ISR que su empresa paga por haber generado $100,000.00 de ingresos.
El coeficiente de utilidad se aplicará por todo el año, así que le sugiero a que aprenda a vivir con él; por eso es importante que dentro de sus proyecciones de flujo contemple el desembolso del pago de ISR.
Es probable que, después de leer estas líneas, esté pensando que el contador el responsable de estos cálculos y que todo lo que le acabo de comentar le corresponde a él. Está en lo correcto; sin embargo, conocer estos datos y tenerlos en cuenta en su día a día le puede ahorrar muchos problemas al manejar el flujo de efectivo de su empresa.
La declaración anual, si bien marca el cierre de un ejercicio fiscal, también tiene implicaciones en el futuro de la empresa, ya que lo plasmado en la declaración no solo será fuente para que la autoridad fiscal realicé labores de fiscalización y cruce de información para validar el comportamiento de la empresa, también marcará la pauta para el pago de ISR de la empresa.
Otro punto importante es analizar cómo fue el proceso de elaboración de la declaración anual. ¿Fue complicado porque la información no estaba en óptimas condiciones? ¿Los saldos de algunas cuentas no eran correctos? ¿Se encontraron errores en el registro de la información que obligaron a realizar reclasificaciones?
Esto permitirá identificar si es necesario considerar en cambiar el sistema contable, modificar las políticas internas relacionadas con el proceso contable, revaluar las funciones y responsabilidades del personal encargado de la contabilidad, entre otros aspectos.
Recuerde que, una vez presentada la declaración anual de su empresa, ya no podrá aplicar aquella canción de Pedro Infante que dice: “Si te vienen a contar cositas malas de mí, manda a todos a volar y diles que yo no fui”.
El SAT ya contará con todos los elementos para analizar, a detalle, su comportamiento fiscal.
En la contabilidad, como en la educación, el aprendizaje continuo es clave para el éxito. Revise sus procesos, aprenda de los resultados y anticípese: su empresa lo agradecerá en el próximo “examen”.
Historias de impuestos bien contadas.
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